Declaración pública CIFICH-UCHILE

Declaración pública CIFICH-UCHILE

Como Comunidad de Indagación de Filosofía e Infancia en Chile, repudiamos el actuar del gobierno de Sebastián Piñera, de las fuerzas de orden público y de las fuerzas armadas, que han evidenciado la incapacidad de oír la expresión del legítimo descontento social, ante la violencia estructural que nos afecta cotidianamente, respondiendo con represión y criminalización de la protesta social, dando cuenta de la incapacidad dialogar con la sociedad civil.

La protesta de las, los y les estudiantes secundarios, secundarias y secundaries, surgió como una medida de desobediencia civil, que puso en el tapete el cuestionamiento a las continuas alzas al transporte público, que implican mayores constricciones en el presupuesto de la gran mayoría de las familias de nuestro país. Se cuestionó su participación en estas instancias, invisibilizando su capacidad de reflexionar y decidir y, al mismo tiempo, argumentando que, al tener una tarifa preferencial rebajada, su movilización era injustificada y “violenta”.

“No es la forma”, se escuchó continuamente en los medios de prensa. Precisamente de eso se trata, de poner el foco en la forma en la que hemos estado viviendo desde la transición pactada al finalizar la dictadura cívico-militar hasta ahora. Se trata de empezar a subvertir la lógica de “en la medida de lo posible”, que fraguó los consensos tecnocráticos de los gobiernos que se sucedieron desde los noventa, sin importar su composición partidaria.

Este gobierno pretendió poner a los niños y niñas primero, pero ha respondido generando propuestas de ley como Aula Segura y la disposición a rebajar la edad de responsabilidad adolescente. A las, los y les evasores de metro, les respondió con golpes, detenciones arbitrarias y balas. La propia Defensoría de la Niñez denunció que se les impedía acceder a las víctimas, para cursar las acciones judiciales pertinentes, en atención a las vulneraciones de derecho.

No conformes con esto, continuaron con una política comunicacional inflexible, criminalizando el descontento que se extendió hacia otros sectores sociales, respondiendo con soberbia y con frases que rayaban en la crueldad y el absurdo: indolencia, que finalmente se traduce en la militarización y en poner el orden público como baluarte una vez más, por sobre los derechos sociales de la ciudadanía.

Ver nuevamente militares armados en las calles de Santiago, nos devuelve al terror, a la sensación de desamparo, a tener que contarle a las niñas, los niños y les niñes, que en este país no existe capacidad de dialogar, que las cartas de las hijas e hijos, que testimonian las atrocidades de la dictadura cívico militar de Pinochet, cobran vigencia nuevamente ante sus ojos, cuando tienen que encerrarse en sus casas por el toque de queda, cuando se les impide caminar libres por su ciudad, cuando no pueden salir a jugar ni asomarse a las ventanas, por los tanques y las metralletas.

Estas imágenes que a nosotros y nosotras nos impactan, al estar inmersos e inmersas ahora en Estado de Emergencia, están presentes diariamente también en el Wallmapu, donde las niñas, los niños, les niñes y jóvenes mapuches deben convivir cotidianamente con las fuerzas de orden, que más bien se constituyen en agentes vulneradores de sus derechos. Nos recuerdan también la muerte de Camilo Catrillanca, acompañado de un niño al momento de su deceso y que pudo dar testimonio de lo sucedido, pese a las presiones a las que se le sometió para ocultar el crimen.

Dos días se demoró el presidente en escuchar a la ciudadanía y re-pensar el alza del transporte público, tiempo en el que pudo reunirse a celebrar el cumpleaños de su nieto junto a su familia; un privilegio, negado a quienes tuvieron que caminar grandes tramos para llegar a sus casas, recorriendo calles en llamas, sin contar con transporte público de calidad, que les permitiera reunirse con los suyos o simplemente, tener ese tiempo para reflexionar. ¿De qué reflexión hablan el presidente Piñera y el General Iturriaga? ¿Es posible pensar libremente con la ciudad sitiada y la supresión de derechos?

Las niñas, niños, niñes y jóvenes nos invitan una vez más a volver a pensar, a saltar las vallas que nos impone el neoliberalismo, nos convidan a pensar una sociedad que se construye en colectivo, con solidaridad, donde está permitido disentir, donde no existe una única forma de resolver los problemas y esas soluciones tienen que ser para todos y todas. Existe un imperativo ético, un llamado a volver a mirarse a los ojos, a dialogar sin posibilidad de disparos. Los múltiples saltos a los torniquetes son quizá la escenificación de un nuevo paso, hacia una sociedad más justa, para todos, todas y todes sus integrantes.

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