Proyecto FONIS evalúa intervención psicosocial para personas con un episodio de psicosis

Proyecto FONIS evalúa intervención psicosocial para personas con...

El primer episodio de esquizofrenia es un problema que forma parte del GES, por tanto prioritario en la política sanitaria del país. Es por ello que el doctor Rubén Alvarado, jefe de la Unidad de Salud Mental e investigador principal del proyecto “Evaluación de la efectividad de una intervención psicosocial intensiva para personas con un episodio de psicosis”, presentará los resultados del estudio, el martes 16 de junio, a las 11:00 horas, en la sala 211 de la ESP.

“Hemos realizado trabajos previos donde evaluamos el tipo de atenciones y servicios que han recibido estos casos y, en general, hay un buen manejo del aspecto farmacológico, pero los aspectos más deficitarios se presentan en el área de las intervenciones psicosociales. Dentro de estas intervenciones lo que más se realiza es la psicoeducación de la enfermedad, donde se enseña acerca de los tratamientos y como enfrentar un cambio en su vida, pero no se realizan intervenciones in situ, es decir donde vive la persona, con su familia, amigos, conocidos, etc.”, señala el académico.

El doctor Alvarado se ha adjudicado varios proyectos FONIS que profundizan en esta línea de investigación, a lo cual suma la experiencia del proyecto internacional RedeAmerica, donde se está probando esta misma intervención con algunas innovaciones. “Nosotros aprendimos del trabajo realizado por nuestros colegas de la Universidad de Columbia y lo adaptamos a Chile, específicamente al problema del primer episodio de psicosis”, afirma el académico.

¿De qué se trata? “Es una intervención estructurada, de tiempo limitado a 6 meses, que se hace en base a tres etapas: diagnóstico de cuáles son las áreas-problema que a la persona le impiden ejercer bien su rol social y que, eventualmente, son aspectos que pueden generar una crisis en su enfermedad, con una orientación hacia lograr una mejor reinserción social. Entonces se evalúan cuáles son los aspectos más críticos y se planifica una intervención específica en uno o dos de ellos. En la segunda fase se ejecuta lo que se planificó en la primera y un monitor comunitario que ha sido entrenado especialmente y que es supervisado en forma semanal por una profesional del equipo nuestro, trabaja in situ. En la tercera etapa, la idea es que el monitor comience a distanciarse; deja solo al usuario haciendo sus tareas y los contactos son telefónicos, de manera de no generar dependencia y se desarrolle autonomía. Finalmente, se realiza un cierre a los 6 meses, en donde se invita al usuario y a las personas significativas que han trabajado con él, se entrega un certificado y la comunidad se compromete a seguir apoyándolo”, relata el investigador.

En esta investigación se hizo una evaluación piloto, con un diseño experimental que se aplicó en 7 centros de salud mental de las regiones Metropolitana, del Maule y Valparaíso. Se trabajó con el COSAM de Limache; la Unidad de Psiquiatría de Curicó y Talca; los hospitales Barros Luco, Padre Hurtado, Sótero del Río y El Pino.

“Se compararon los resultados entre los grupos con intervención y de control. Estos mostraron que las personas con intervención logran mejores resultados en los síntomas psicopatológicos, junto a un mejor nivel de funcionalidad en la vida diaria, y esto se asocia a la intensidad con que reciben la intervención. La idea es que más adelante podamos hacer un estudio con una muestra mayor y en más lugares, para así poder probar la eficacia de esta intervención, lo que se sumaría a los buenos resultados obtenidos en los estudios que se han hecho fuera de Chile. Cabe destacar que los monitores son personas con IV Medio, entrenadas especialmente, que trabajan para cubrir necesidades que hoy no son satisfechas por los servicios de salud mental en Chile, y que tiene un costo relativamente bajo, por tanto, no es difícil de incorporar al sistema”, asevera el investigador.

Respecto a los resultados, adelanta que “para nosotros lo más importante es haber logrado un mejor funcionamiento de las personas que recibieron la intervención, porque esta apuntaba a eso. Los fármacos ayudan a reducir los síntomas, pero esta intervención apunta a que logren un mejor funcionamiento en la vida y en sus diferentes roles sociales”.

El equipo de investigación estuvo compuesto por la psicóloga María José Jorquera, a cargo del equipo de monitores comunitarios que hicieron la intervención y que también es estudiante del Magíster de Salud Pública; Eric Tapia, también estudiante de este magíster, quien estuvo a cargo del equipo de encuestadores que realizaron la evaluación; y también participaron otros académicos de la Unidad de Salud Mental, como los doctores Alberto Minoletti, Rafael Sepúlveda y Carlos Madariaga.

Sandra Vargas Bravo

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