1952-2015

U. de Chile despide la pluma rebelde de Pedro Lemebel

U. de Chile despide la pluma rebelde de Pedro Lemebel
Pedro Lemebel egresó del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile con el título de Profesor de Estado en Pedagogía General Básica en 1978.
Pedro Lemebel egresó del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile con el título de Profesor de Estado en Pedagogía General Básica en 1978.

“Su pérdida es brutal para la literatura, porque fue un gran cronista y un hombre que renovó la crónica como género en nuestro país. Se nos va una figura iconoclasta e irreverente, que durante muchos años interactuó en el escenario cultural con las Yeguas del Apocalipsis y en momentos muy complejos se atrevió a desafiar a la dictadura con sus performance, que tenían bastante contenido y eran muy radicales”, afirmó tras enterarse de su muerte la Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile, Faride Zeran.

Nació a orillas del Zanjón de la Aguada, hijo de un panadero del cual heredó su nombre, y de Violeta, de quien tomó el apellido que lo hizo popular: Lemebel.

Pasó su primera infancia en la Legua, convivió con la pobreza y las dificultades propias de un mundo postergado. Estudió primero en un liceo industrial de hombres donde se enseñaba forja de metal y mueblería, y concluyó sus estudios de enseñanza media en el emblemático Liceo Manuel Barros Borgoño. Posteriormente ingresó al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, de donde egresó con el título de Profesor de Estado en Educación General Básica en 1978.

Ejerció como profesor en dos liceos, pero su labor docente no fue duradera. A principios de los años ochenta se encontró con la literatura y su asistencia a talleres de escritura comenzó a hacerse sistemática. De aquella época surgen sus lazos con diversas intelectuales como Pía Barros, Nelly Richards y Diámela Eltit. También entonces debuta en los concursos literarios ganando el primer premio en una competencia de la Caja de Compensación Javiera Carrera con el cuento “Porque el tiempo está cerca”.

En 1986, en plena dictadura militar, Lemebel irrumpió en un acto político de izquierda en Estación Mapocho con su “Manifiesto (Hablo por mi diferencia)”. “No soy un marica disfrazado de poeta/ No necesito disfraz/ Aquí está mi cara/ Hablo por mi diferencia/ Defiendo lo que soy/ Y no soy tan raro”, recitó ante una audiencia que por aquellos años no abrazaba –ni por lejos– la causa homosexual como propia.

El rechazo de la izquierda militante y la censura de un país sumido en el miedo, no fueron frenos para el escritor, que en esos mismos años ochenta saltó del anonimato de sus primeros escritos, a la popularidad de la performance y los círculos de la contracultura local de la mano del poeta Francisco Casas, con quien formó “Las Yeguas del Apocalípsis”. La dupla irrumpía en inauguraciones de arte, premiaciones y otros encuentros sociales con insolentes intervenciones. Un pie de cueca sobre vidrios molidos, una cabalgata desnudos sobre un caballo, dos hombres vestidos con tacones y plumas desafiando a la conservadora audiencia chilena.

No fue sino hasta la década de los noventa que Pedro Lemebel alcanzó una notoria popularidad en las letras. La esquina es mi corazón (1995), Loco afán: Crónicas de sidario (1996), De perlas y cicatrices (1998) y Tengo miedo torero (2001), son algunos de sus títulos más reconocidos.

Las buenas críticas y el éxito de ventas no tardaron en llegar, como tampoco los premios y reconocimientos. La Beca Guggenheim en 1999, el Premio Anna Seghers en 2006 y el Premio José Donoso en 2013, son algunos de ellos. En el día de su muerte, no han sido pocos los que reclaman por no haber sido dado el Premio Nacional de Literatura.

“Les agradezco a todos y todas por el apoyo y el cariño que me manifestaron. (…) Pero la verdad: nunca fui reina de ninguna primavera, queridos amigos. Y los premios nacionales hay que recibirlos y soportar su fetidez oficial”, escribió el cronista al saberse perdedor en agosto pasado.

“Lemebel no era un tipo que andaba detrás de los premios. Sin duda hubiera sido un estupendo Premio Nacional, pero cuando se pierde una figura importante, hablar del Premio no le hace justicia a alguien que también se reía de éstos”, advirtió la Vicerrectora Zeran, aludiendo a este episodio.

La internacionalización de su carrera, la escritura de crónicas, novelas y su participación en ferias de libros y antologías, marcaron los últimos años de su vida. Pendientes quedaron dos volúmenes: “Mi amiga Gladys”, colección de crónicas, cartas y memorias sobre Gladys Marín y “El éxtasis de delinquir”, obra que marcaría su retorno al género de la novela, ambos proyectos no acabados y de los que no se tienen claridad sobre sus destinos. 

Últimos días

“Cómo es la vida, yo arrancando del sida y me agarra el cáncer”, comentó Lemebel cuando en 2011 se le diagnosticó un cáncer de laringe. Desde entonces fue intervenido y tratado por esta enfermedad que lo dejó sin habla y la cual le causó la muerte a los 62 años.

No se fue sin reconocimiento. Con el puño en alto y en silla de ruedas se subió el pasado miércoles 7 de enero a un escenario del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), recibiendo el aplauso y homenaje de actores, músicos y performistas en el marco del Festival Santiago A Mil. Fue su última aparición pública.

“El reloj sigue girando hacia un florido y cálido futuro. No alcancé a escribir todo lo que quisiera haber escrito, pero se imaginarán, lectores míos, qué cosas faltaron, qué escupos, qué besos, qué canciones no pude cantar. El maldito cáncer me robó la voz (aunque tampoco era tan afinado que digamos).
Los beso a todos, a quienes compartieron conmigo en alguna turbia noche.
Nos vemos, donde sea.
Pedro Lemebel”*


*31 de diciembre de 2014, extracto de texto publicado por el autor en redes sociales.