Cambios en la comunicación de la sociedad

Lenguaje inclusivo de género: la lucha que busca incorporar a quienes han quedado fuera del discurso

La lucha que busca incorporar a quienes han quedado fuera del discurso
"Es o no el castellano una lengua sexista, es una discusión que aún no se zanja y que abre interrogantes que permean en el quehacer del periodismo y la academia".
"Es o no el castellano una lengua sexista, es una discusión que aún no se zanja y que abre interrogantes que permean en el quehacer del periodismo y la academia".
"Cualquier cambio que tú hagas en el lenguaje es porque existe un cambio cultural para eso", sostiene por su parte Lorena Antezana, académica del Instituto de la Comunicación e Imagen.
"Cualquier cambio que tú hagas en el lenguaje es porque existe un cambio cultural para eso", sostiene por su parte Lorena Antezana, académica del Instituto de la Comunicación e Imagen.

“Las y los estudiantes”, “las niñas y los niños”, “investigadoras e investigadores” son ejemplos del llamado lenguaje inclusivo de género que ha puesto tensión en el idioma español en el último tiempo. Es o no el castellano una lengua sexista, es una discusión que aún no se zanja y que abre interrogantes que permean en el quehacer del periodismo y la academia. ¿Deben estos espacios incorporar un lenguaje inclusivo? Ésta y otras opiniones son las que entregaron académicos y académicas de la U. de Chile.

“Yo creo que todos los espacios, la escuela, la Educación Superior, el área de investigación, el periodismo y todos, necesitan un lenguaje inclusivo donde se incorpore a quienes han estado excluidas del debate, del discurso y, por ende, de los imaginarios”, advierte Carolina Franch, directora del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género (CIEG) de la Facultad de Ciencias Sociales, en alusión a la invisibilización del género femenino.

Franch apunta al recurso del masculino genérico que posee el castellano, donde se espera que en las palabras “profesores” o “vecinos” las mujeres se sientan incluidas. No obstante, esa es justamente la tensión: ¿es aquello sexista? Para la investigadora lo es. “Cuando dicen ‘los alumnos’ invisibilizas a todas las mujeres que están al interior de las aulas”, explica, agregando que “lo que tú crees que es neutro, es algo que está tan naturalizado que no se ve que es un privilegio de un solo actor social: el hombre”.

En esa línea, quienes ven con buenos ojos el lenguaje inclusivo argumentan que la legitimidad de un cambio en cualquier idioma está en que éstos son consensos sociales y, como tal, frente a transformaciones culturales se pueden acordar nuevas convenciones. “Los idiomas van evolucionando con el tiempo. El lenguaje escrito suele evolucionar de manera más lenta, pero tarde o temprano lo hace. Hasta los años ‘60 y ‘70 hablábamos del ‘hombre’ para referirnos a toda la especie humana. Hoy, eso apenas sucede”, afirma Víctor Herrero, académico del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) que se ha desempeñado como periodista y editor de medios nacionales e internacionales.

“Cualquier cambio que tú hagas en el lenguaje es porque existe un cambio cultural para eso”, sostiene por su parte Lorena Antezana, académica del mismo Instituto.

Aun así, quienes se muestran reacios a la utilización de esta modificación apuntan justamente a la complejidad de su implementación en el texto escrito, puesto que entorpecería y haría perder la fluidez del relato. En el caso del periodismo, una de las dificultades más comentadas es la forma en que esto impactaría sobre la necesidad de informar de la manera más simple y concisa posible.

“El periodismo, no sólo en Chile sino también en el mundo anglosajón o alemán, no se ha hecho parte de este cambio, en gran parte, debido a que la economía de las palabras es clave en este tipo de escrituras”, explica Herrero.

Respecto a la implementación de variantes innovadoras del lenguaje como el uso del “@”, el “les” o la palabra “cuerpa”, el periodista afirma que “esto es casi imposible, ya que los reportajes, notas y despachos tendrían que durar casi dos o tres veces más, probablemente enredando también al lector, oyente o televidente”.

Frente a ello, Antezana advierte que “el cambio en la prensa escrita todavía no lo vamos a ver, puesto que no estamos preparados para eso. En este caso va a ser primero en el ámbito académico, donde ya ha entrado con mucha más fuerza, y después irá permeando los otros espacios”.

Por otro lado, están aquellos que consideran que el periodismo debe ser uno de los espacios pioneros en este lenguaje. “Si se trata de visibilizar, por supuesto que la prensa es un espacio importante, más que la academia. En general las esferas comunicativas del ámbito de lo público debieran ser el lugar donde dar la pelea”, sostiene Darío Rojas, académico del Departamento de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Humanidades y miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

“Si estamos esperando que cambien otros espacios para que el periodismo cambie, creo que éste perdió su capacidad crítica, reflexiva y de dar a conocer lo que está pasando”, afirma Franch, quien sostiene que las modificaciones del lenguaje inclusivo de género son apuestas que “antes de desecharlas rompen con la exclusión, o lo intentan. El “@” y el “les”, por ejemplo, permiten ir aglutinando y demostrar visualmente que no es sólo hombre, que no es sólo un sujeto”.

Entre los lingüistas y los miembros de las academias de la lengua existen distintas opiniones, especialmente en torno al recurso de “las y los” o “as y os” en la escritura inclusiva. Sin embargo, una de las más resonantes ha sido la postura oficial de la Real Academia Española (RAE) representada por el gramático Ignacio Bosque, quien se opone a las prácticas que propone un lenguaje inclusivo de género de “reconocer, simple y llanamente que si se aplicaran las directrices propuestas en estas guías en sus términos más estrictos, no se podría hablar. Mucho me temo que las propuestas no estén hechas para ser adaptadas al lenguaje común”.

Darío Rojas se distancia de esta voz de la RAE, planteando que “hay gente que piensa que esto atenta contra una supuesta ‘naturaleza’ de la lengua. Pero lo que motiva esa percepción en realidad es más bien un conservadurismo. Ninguna lengua tiene una naturaleza predeterminada ni inmutable”.

Académicos y académicas concuerdan en que el lenguaje inclusivo no va acabar por sí solo con la discriminación, pero contribuye a visibilizar el problema. “El mundo está hecho bajo una mirada patriarcal, androcéntrica, masculina, el mundo está hecho para los hombres y por los hombres originalmente y por lo tanto el lenguaje es parte de eso. Por eso, hay que ir desmontando aquello para que podamos tener efectivamente equidad”, concluye Lorena Antezana.