Nueva estrategia para las "Ues"

Santiago, 4 de Agosto de 2003.

Con el título anterior, este diario informó que el Gobierno y el Congreso aplicarían un cambio de estrategia para abordar antiguas problemáticas de las universidades estatales, como la participación estudiantil y los estatutos orgánicos, el endeudamiento crediticio y la burocracia ante la Contraloría. Estos proyectos de ley se sumarían a aquellos para extender el crédito solidario a todos los estudiantes de educación superior y a la acreditación de carreras.

¿Cuál es el hilo conductor que orienta estas iniciativas, y cuán efectivamente conducen ellas a lo que el país demanda de sus universidades?

La tónica en materias universitarias ha sido la carencia de un pensamiento coherente, concordado y con visión de Estado, así como la falta de recursos públicos para cumplir las promesas formuladas al sistema, desde 1981 hasta las más recientes.

Las movilizaciones estudiantiles han focalizado todo el debate universitario en cómo financiar los aranceles de los estudiantes. El funcionamiento y financiamiento de las universidades han sido dejados al esquema de economía de mercado imperante y no es materia de debate. Las universidades y los organismos del Estado se han acomodado a este ambiente, y se ha instalado un accionar que pareciera transar la calidad y la equidad por la cobertura y el autofinanciamiento.

Así, hay universidades que generan recursos a como dé lugar, abriendo todo tipo de carreras, disminuyendo requisitos académicos a los postulantes para llenar las vacantes, y estableciendo sedes en todo el país independientemente de los niveles de alumnos y profesores que ahí puedan tener; el Estado verá cómo enfrenta las mayores demandas de crédito y las familias verán qué hacen con los títulos que reciben sus hijos. Otras han incorporado sociedades inmobiliarias como medio de obtener la renta de sus inversiones, en una legislación que establece que las universidades son corporaciones sin fines de lucro. Mientras en los EEUU las universidades privadas forman "endowments" para financiar la investigación y docencia de excelencia (esto es, recurren a la filantropía), acá muchas se convierten en sociedades comerciales.

¿Representa lo anterior la idea, el papel y el modo de desarrollar las universidades que el país quiere tener de cara al siglo XXI? Pareciera que no. El discurso políticamente coherente señala que las universidades hacen una contribución fundamental al futuro del país y de sus ciudadanos; que el cultivo y difusión del conocimiento superior de excelencia contribuye a la independencia intelectual de la nación y a la formación de profesionales competentes, autónomos y de pensamiento libre; que la robustez, calidad y diversidad de las universidades son vitales para la construcción de una sociedad democrática, civilizada, tolerante y que promueve la justicia social; que el desarrollo socio económico es sustentado por la investigación, creación, e innovación; y que el acceso a una educación universitaria de calidad debe ser posible para todos los ciudadanos con talento, independientemente de su condición socio económica.

Es urgente establecer un sistema universitario congruente con ese discurso. Una opción es que el Gobierno instale una Comisión Independiente, utilizada en países como Inglaterra, con gente técnicamente calificada, con talento probado, con una trayectoria en el sistema público y que haya asumido la ideología de ese discurso desde la práctica.

Ella le propondría un conjunto de recomendaciones sobre políticas y estrategias para reformar el actual esquema universitario, incorporándole mayor calidad, equidad, integración, competitividad, eficiencia, modernidad y conexión al mundo. El Gobierno no se comprometería a priori con el informe de esta Comisión, pero una vez conocido formularía sus comentarios. Ambos documentos serían sometidos a debate público durante un tiempo determinado, para recibir las observaciones de los grupos interesados. Con estos antecedentes, el Gobierno impulsaría las acciones correspondientes, usando sus atribuciones o por la vía legislativa.

Una nueva estrategia para las Ues tendría que ver, finalmente, con recuperar y asentar nuestra antigua cultura de la "meritocracia" con la que hay que educar al prójimo.

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