El rector de la Casa de Bello propone un nuevo trato Estado-universidad

Santiago, 27 de mayo de 2007

El siguiente texto es un extracto de un escrito donde el timonel de la Universidad de Chile se refiere al anhelo de consolidar un modelo de universidad estatal exitoso y estable.

Un desafío fundamental que enfrentan hoy las universidades públicas, como la nuestra, es concordar un nuevo trato con el Estado; es vital para preservar el carácter público de nuestras instituciones y para asegurar en ellas los niveles de calidad que ese carácter exige. Seguir ignorándolo sólo generará mayores tensiones en nuestras comunidades universitarias, que no están dispuestas a renunciar a un carácter y a un nivel que les identifica y da sentido.

El establecimiento de este nuevo trato entre el Estado y sus universidades es imperioso. Por una parte, por los elementos heredados que condicionan el escenario actual, en los cuales se reflejan las secuelas de los graves daños que le fueran infligidos, por ejemplo, a la Universidad de Chile por la intervención dictatorial. Por otra, por la permanente necesidad de garantizar los espacios públicos para la libre creación y transmisión del conocimiento.

Un primer hecho de esa intervención es la separación de las sedes regionales sin que ello respondiera a un proyecto propiamente académico, lo que dañó severamente el sistema público de enseñanza superior y cuya necesidad se percibe hoy con toda evidencia.

Un segundo hecho es el cercenamiento de las áreas de educación, que pasaron a constituir universidades independientes, las cuales han debido enfrentar problemas crónicos para alcanzar la necesaria calidad académica, provocando con ello serios impactos en la educación en general, pero con mayor daño en la que el Estado debe proveer.

Un tercer hecho es la drástica reducción de los cuerpos académicos en las áreas de las Humanidades, las Artes y las Ciencias Sociales y en los imprescindibles aportes que éstas requieren para asegurar sus capacidades de desarrollo, produciendo un profundo desnivel comparativo en su labor académica respecto de otras áreas y, por ende, un severo impacto en la sociedad misma.

Los daños de la intervención y sus secuelas, que no han sido propiamente abordados desde una perspectiva de Estado y de país, no han sido perjuicios que afectaran sólo a esta institución, y, en general, al aparato público de enseñanza superior: afectan al país. Basta pensar en la merma de la capacidad de la Universidad de Chile y de las universidades estatales para favorecer la movilidad social y formar cuadros académicos y profesionales de primer nivel en los que se expresen, sobre la exclusiva base del mérito, las diversidades de distinto tipo -socioeconómicas, de género, de etnia, de creencia- que conforman a nuestra sociedad.

Elementos de un nuevo trato

El marco en el cual proponemos ese nuevo trato entre las universidades estatales y el Estado supone los siguientes elementos: a) Que el Estado reconozca la necesidad de seguir contando con el aporte de sus universidades, con el propósito de garantizar valores de pluralismo, diversidad, independencia, calidad y equidad en la formación superior, en la investigación, la creación y la extensión. b) Que la Universidad de Chile debe ser preservada en su papel de principal universidad del Estado y del país, atendiendo a su tradición, su capacidad académica instalada, su riqueza epistemológica, su diversidad social y su compromiso con los principios democráticos, por el volumen y la calidad de sus actividades, por su vocación nacional y por su independencia respecto de intereses sectoriales y particulares. c) Que en razón de estas características esenciales y de su capacidad, la Universidad de Chile debe contribuir al desarrollo conjunto de todo el sistema universitario estatal a través de fórmulas cooperativas en sus diversas actividades y en sus tareas de servicio a las necesidades del país.

Sobre estas bases el nuevo trato tendrá que definir, con el debido resguardo a la autonomía universitaria, los compromisos que tanto el Estado como la U. de Chile asumen para hacer posible que ésta mantenga su identidad pública, acreciente sus aportes a la sociedad y se proyecte como una universidad de primer nivel internacional por su calidad.

Entendemos que este nuevo trato es necesario para el Estado, porque requiere consolidar un modelo de universidad estatal exitoso y estable, que sea coherente con las necesidades de desarrollo, de democratización y de construcción de ciudadanía del país, y que supere definitivamente las dificultades que se presentan tan recurrentemente en otras instituciones estatales de educación en países latinoamericanos. Y también es necesario para la Universidad de Chile, porque le permitirá proyectar su quehacer hacia otras responsabilidades mayores, con mayor autonomía respecto de la contingencia y con incidencia en el ámbito internacional, todo lo cual requiere condiciones de adecuada sustentabilidad en el largo plazo.

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