<<volver
ODA A NADIE
Tu corazón
humeante es testigo,
único
rey, al viento
tu mirada
a causa de la pena.
Eres el
compañero del encantamiento,
esclarecido
por muchos desiertos,
coronado
por la desobediencia.
No estás
moldeado por el tiempo,
ni salpicada
de ceniza
está
tu frente fiel.
Eres un espíritu
sin lacra,
tu silueta
es imponente,
eras, antes,
más perfecto
que la raya
grande y flotante,
más
ungido, en tu brillo,
a mano con
la muerte, rey.
Pero no te encuentras
ni lejos ni temprano
o tarde,
estás aquí.
Tu mirada
recta cae
como nieve
hecha de aire
y habita
en arsenales,
va más
allá de los observatorios
a las oficinas
polvorientas de objetos perdidos, reposa
en mojados
sótanos de cemento,
donde gritan
de júbilo los asesinos, cae
sobre trombosis
y mechas,
chasquea
en los mataderos
y en las
retorcidas refinerías
donde el
gas hilarante se quema despacio, descansa
en las intrigas
de las compañías de navegación
y roza los
cometas,
los carcinomas
de las altas finanzas,
descansa
en las murallas del poder,
tras las
cuales los capitales
laten a
muerte, y las asedia,
hasta que
tu mirada estremecida
frente al
cielo, enmohecido
por paracaídas,
cae.
Desconocida paseas,
hermosa
Bö, de noche,
por Plaza
España.
Tu reino
regresa a ti,
cazador
oculto, cristalino.
En tu magnanimidad,
igual que
el inocente espárrago,
tu viva
imagen, capturarás,
olvidarás
el capital suscripto.
¡Tuyas son la
fama y la venganza,
roca nunca
importunada, compañero
del encantamiento,
testigo secreto
y único!
Tu pelo de viento
tu mirada
contante se despliega
sobre tu
viejo futuro reino,
y preserva
en el humo
lo verdadero,
en el viento.