Disputa por el orden moral Antes de entrar directamente a la disputa estética vale la pena examinar algunos aspectos del clima intelectual y cultural de ese momento, particularmente en lo concerniente a la disputa por el orden moral de la sociedad. El Diario Ilustrado, vinculado al partido conservador, y vocero de la Liga de Señoras y Caballeros pro Moral Teatral, publica en 1912 un párrafo referente al Palace Theater, en donde actúan las hermanas Fortenutes "El espectáculo -dice- es inmoral y grosero y no nos admira que la sala se llene de jóvenes, en su mayoría estudiantes. ¿Y la policía, qué hace?", pregunta. El Intendente de Santiago, efectivamente recurre a la policía. El diario del partido radical La razón (1-11-1912) se refiere en un artículo a la Federación de Estudiantes de Chile y a sus vínculos con obreros, dice que ellos constituyen "la gran amenaza para los monopolizadores de la moral y los conductores insolentes de conciencias ajenas". En este pequeño intercambio se perfilan dos sectores con posturas diferentes sobre la modernidad cultural y se da una reactualización del antiguo conflicto decimonónico entre clericalismo y laicismo. La disputa es, como decíamos, de larga data pero los actores sociales y culturales ya no son los mismos. ?A qué sectores y valores involucra esta contienda? ?Qué peso tiene una y otra postura en pleno gobierno de Ramón Barros Luco? En 1911, un grupo de mujeres católicas, vinculadas a la elite, constituyó una "Liga de Damas para la Censura Teatral", grupo que en 1912 se institucionaliza bajo el nombre de "Liga de las Damas Chilenas". Participan en la Liga -entre otras damas conspicuas- Amalia Errázuriz de Subercaseaux y la señora María Luisa Mc Clure de Edwards. La primera reunión se realiza en El Mercurio de Santiago y asisten fundamentalmente mujeres de la aristocracia de la capital, pero también algunos personeros del partido conservador, entre otros Joaquín Walker Martínez, quien pronuncia un discurso en que califica a las presentes de "matronas de la patria...defensoras de la moralidad pública y de la moralidad doméstica". La Liga con el apoyo y participación de la Iglesia Católica (el Arzobispo es Director), Iglesia que en respuesta al Estado Docente y a la creciente laicización fomenta el asociacionismo a nivel de la sociedad civil. La Liga crece rápidamente y a los pocos años tiene más de veinticinco capítulos o juntas locales en todo el país (en Curicó, Peumo, Copiapó, Talca, Limache, San Fernando, Taltal e Iquique, entre otros lugares). En los estatutos fundacionales se dice que la Liga tiene tres objetivos: "1. Defender por todos los medios posibles la integridad de nuestra fe y la pureza de nuestras costumbres. 2. Unir todas las fuerzas, todas las voluntades y todas las obras de la mujer cristiana, sin distinción de clases, para combatir el mal y fomentar las virtudes privadas y sociales. 3. Combatir la licencia teatral y los espectáculos...(Defender) la fe y las buenas costumbres ...oponiéndose a la educación sin Dios, a las representaciones inmorales de los teatros, a la lectura de diarios y libros impíos o indecorosos, a las modas indecentes y a todo lo que se presente como un escándalo en nuestra culta sociedad". La Liga cuenta con dos órganos de comunicación que alcanzan cierta difusión y que se alimentan o retroalimentan con otros periódicos vinculados al pensamiento conservador, como El diario ilustrado o El Chileno. Uno es el Eco de la Liga de las Damas Chilenas (1912-1915) y el otro, La Cruzada (1915-1917). La organización se autopercibe como depositaria de la moralidad publica, somos dice en uno de estos medios: la "Gran Liga de Señoras de Chile contra la inmoralidad de los espectáculos y de todo lo que ponga en peligro la pureza de nuestras costumbres"(57). Para actuar la Liga cuenta con comités distribuidos geográficamente y con un Consejo Superior dividido en cuatro secciones: revisión de biógrafos, censura teatral, biblioteca y conferencias y comités de provincias. Los espectáculos y las piezas de teatro son clasificadas y luego el juicio se divulga en periódicos con inserciones como la siguiente: "La compañía de opereta alemana, que funciona en el teatro Politeama ha sido clasificada como inmoral, y se ruega a las señoras de la Liga que se abstengan de asistir a sus representaciones. Igual clasificación ha recibido la Cía. de Zarzuela Española que actualmente trabaja en el teatro de Santiago". En 1913 se censura como drama "impío e inmoral" a Salomé, obra en un acto de Oscar Wilde, basada en un episodio de la Biblia. La dama de las Camelias, de Alejandro Dumas, y Electra de Benito Pérez Galdós, son clasificadas como "inconvenientes". Este tipo de dictámenes, se acompaña a menudo de consideraciones generales sobre la actividad teatral: "El teatro dramático no es en general un teatro para niños. Son poquísimas las piezas que reúnen todas las condiciones necesarias para poderlas llamar "piezas blancas"...el teatro es representación de la vida y de la vida pasional, y ya sabemos los que algo conocemos de la vida, que ésta es escabrosa". La Liga condena al cine como un medio al que considera de por sí y en cualquiera de sus formas, dañino, tanto desde el punto de vista físico como mental y moral. La cruzada del 15 de junio de 1917 reproduce un artículo de El Mercurio acerca de los peligros del cine, los besos, la pasión fotográfica y la presencia de mujeres; se habla de niños que luego de ir al biógrafo "salen con el alma muerta y la inocencia asesinada". El artículo finaliza con una condena generalizada:"?Cine, de cualquier clase que seas, seas mil veces maldito!". La Liga también se ocupa de actividades intelectuales y culturales. En 1913 protesta por la visita de la española Belén de Sárraga "librepensadora que nos ultraja". Producto de esta campaña, le niegan en La Serena un local para sus charlas, por lo que se ve obligada a hablar en una cervecería. En noviembre de ese mismo año, se critican ácidamente las conferencias, que, con el patrocinio de la Asociación de la Educación Nacional, dicta Amanda Labarca a su regreso de Estados Unidos. "Bajo la apariencia de progreso...y de movimiento feminista, (la educadora) ofrece planes perniciosos e inconvenientes, que son del todo inadaptables a la ejemplar y valiosa mujer chilena". "La señora Labarca dicta conferencias en el Salón de honor de la Universidad de Chile...rogamos a todas nuestras adherentes abstenerse de concurrir a ellas". En 1914 la Liga se felicita de que la jerarquía de la Iglesia "se niegue a absolver a los penitentes que bailan el famoso tango argentino por considerarlo absolutamente inmoral. La orden ha sido muy bien acogida por numerosos católicos y distinguidas damas, los que se proponen contrarrestar el baile por medio de Juntas y Patronatos". En el polo opuesto a la Liga se sitúan, en 1912, quienes se agrupan en torno a La Razón. Se trata de un periódico que se inscribe en la línea del radicalismo progresista de Valentín Letelier: le cede dos páginas a la semana al partido democrático; uno de sus temas reiterados es la educación de los obreros; apoya y aplaude las escuelas nocturnas creadas por los estudiantes para este fin, "?Instruyamos al pueblo!", dice un gran titular de primera plana. Se trata de un periódico en que se articulan sectores medios progresistas, junto al movimiento estudiantil y la intelectualidad bohemia y antioligárquica. Abraham König, Armando Quezada y el líder de la FECH, Alejandro Quezada, son algunos de los colaboradores más asiduos; el periódico también abre sus páginas a líderes del partido democrático o a líderes obreros como Luis Emilio Recabarren. Colaboran también destacados literatos como Víctor Domingo Silva, Pedro Antonio González, Antonio Bórquez Solar, Carlos Pezoa Véliz y Pablo de Rokha. Un joven de provincia recién llegado a Santiago, Pablo de Rokha, recuerda vívidamente el clima que se daba alrededor de en torno a este periódico. En esos años "La Razón bramaba -dice-, La Razón escandalizaba -agrega- y yo me sentía dichoso cuando me plantaba a la puerta a decirles piropos a las muchachas paseadoras y manoseaba a las prostitutas y mercenarias callejeras, y adquirí mi rol completo de varón en aquel instante en que" me enfrenté a Clemente Díaz León" que me venía a enrostrar el por qué yo estaba en La Razón, diario masón y ateo de los rotos y los plebeyos..." el periódico "con su trago, sus putas, su gesto y su jacobinismo, era la empresa y campo de batalla, ancho, que yo necesitaba, además la trasnochada y la martingala románticamente y la combatividad me iba rugiendo, desde adentro, en las páginas desenfrenadas". En un ambiente de bohemia y periodismo, De Rokha, que recién se empina a los veinte años, husmea ya el mundo de lo nacional-popular que será tan importante en su obra. El gran autor del año 1912 es Víctor Domingo Silva (1882- 1960), poeta de estilo rimbombante, versificador innato de poesía cívica y progresista, poeta de masas y autor ese año de la novela tardorromántica Golondrinas de invierno. Novela chilena (hoy en día es un autor completamente olvidado -y probablemente con cierta razón, aun cuando en 1905, con su poemario Hacia allá, fue fino captador de la vida moderna(58)). En 1912 Silva es escritor de mucho mayor renombre que Mariano Latorre, quien ese mismo año había ya publicado Cuentos del Maule. (El Mercurio de Santiago, a través de su crítico oficial, el sacerdote Emilio Vaisse -Omer Emeth- va a ser quien consagre a Latorre y a la vertiente regionalista de la generación de 1912) En La Razón (15-11-1912) se habla de Víctor Domingo Silva como "el poeta radical y el primer poeta de Chile", una carta publicada en esa edición pide que el poeta "escriba la Marsellesa del radicalismo chileno". Silva fue una suerte de intelectual y poeta orgánico del partido radical y del movimiento estudiantil y social en alza. En 1914 dirigió en Iquique la campaña a senador de Arturo Alessandri Palma y fue quien acuñó el célebre apodo "León de Tarapaca". En esos mismos años Teresa Wilms Montt (1894-1921), acompañaba a su marido Gustavo Balmaceda Valdés que tenía un trabajo en Iquique. "Vivíamos -recuerda, refiriéndose a 1912-15- en un hotel de mala muerte, pero el mejor del puerto, rodeados de toda clase de hombres extranjeros y chilenos, comerciantes, médicos, periodistas, literatos, poetas etc. Une vie de bohème, más o menos"(59). "Nuestras noches -dice- eran alegres y sentimentales, se declamaba y se tocaba guitarra. Se hablaba de Azorín, de Sócrates, de Villiers de L'Isle, de Baudelaire...y en esos temas llegaba el día, y el sueño. El poeta Silva, que era el sobresaliente de nuestras reuniones, me hacía versos delicados y pasionales, yo los recitaba después con todo mi arte...me parece que veo aquellas escenas: el poeta con su mesa de escribir (Teresa Wilms, su marido y Víctor Domingo Silva alojaban en piezas contiguas en el mismo hotel): una mano en la rizada melena negra y la otra nerviosa, rápida sobre la cuartilla de papel, escribiendo inspirado (Víctor Domingo Silva dirigía el periódico radical La Provincia, de Iquique). Después vinieron los trabajos para las elecciones. ¡Cuántas veces oí al poeta lanzar a las turbas, unos speechs llenos de fuego, de amor patrio, de comparaciones líricas colosales! El pueblo lo aclamaba frenético y resonaba atronador el grito de miles de gargantas: ¡Viva, Víctor Domingo Silva! El cerraba los balcones y se dejaba caer sudoroso, rendido, sobre una silla de balances"(60). Otro autor que resalta el diario La razón, es Joaquín Edwards Bello (1887-1968). Luego de los ataques que recibió su novela El inútil (1911), en que ironiza y satiriza a la aristocracia y al parlamentarismo, se lo defiende como uno de los literatos chilenos más jóvenes y destacados. Causaron también notable conmoción en 1912 las conferencias de Jimeno Flaquer respecto a la situación de la mujer en el Código Civil. En La Razón se le dedica una página al tema femenino, y se defiende el voto de la mujer. El diario también estuvo involucrado en la venida a Chile de la feminista y conferenciante española Belén de Sárraga.
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