Historia
               

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EXPOSICIÓN DE PEDRO LOBOS

Entre los jóvenes pintores que han procurado dar a su arte una intención social bien definida, se ha destacado justamente el nombre de Pedro Lobos. Su última exposición, en la sala Nascimiento, nos muestra variadas composiciones ejecutadas en años recientes y nos permite comparar unas con otras, hacer un balance y esbozar algunas conclusiones hipotéticas.

Podríamos distinguir entre dos clases de obras que dividen la atención artística de Lobos: aquellas que se orientan hacia una representación realista de tipos y escenas populares, y aquellas otras en que el realismo es vencido por el afán decorativo. Las dos direcciones se revelan desde los comienzos y siguen hasta ahora coexistiendo, como lo demuestran Níños (1940) y Primavera en la población callampa (1953), por un lado, y Composícíón (1949), por el otro.

Vano seria pedir la eliminación completa de la voluntad de estilización, desde que toda realización artística parece suponerla. Sin embargo, no cuesta mucho advertir que los momentos más felices en la obra de Lobos son aquellos en que triunfa la espontaneidad objetivista sobre el designio decorativo, como ocurre, por ejemplo, en la excelente tinta denominada Inundacíón. En la mayor parte de las otras composiciones la intención figurativa -y aún la temática de intención social- resulta debilitada por la fidelidad con que el artista se somete a las imposiciones de un estilo que él considera -tal vez erróneamente- suyo. Así es como parece acentuar de un modo voluntario las deficiencias del color. Así también llega a detenerse demasiado en una visión convencional del mundo proletario. Decorativamente, estiliza y distorsiona la forma humana, para acentuar la sordidez de la existencia popular. Pero bien se advierte, en el fondo de tal empeño, la persistencia de una fórmula representativa que, alejándose de la verdad visual, se acerca peligrosamente a la caricatura.

Es innegable el talento original de Pedro Lobos. Por eso mismo, desearíamos que sus obras admitieran modificaciones y enriquecimientos, que sólo pueden provenir de una seria experimentación plástica y, sobre todo, de un trabajo más riguroso dentro del mundo del color.

Luis Oyarzún Peña. La Nación, 17 noviembre, 1953, p. 4.

 

 

 

 
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