Historia
               

MACFacultad de Artes

MAGIA Y TÉCNICA EN EL ARTE ACTUAL

En tiempos como los nuestros, advierten los investigadores del arte abstracto en Das Kunswerk, toda expresión artística tiende a convertirse en conjuro, en instrumento destinado a conocer y dominar aquello que el hombre ignora de sí mismo. La quiebra de la cultura humanística racional ha liberado o soltado el mundo de los impulsos vitales, que constituyen, debajo de la conciencia, la naturaleza interior, más insurgente y difícil de sujetar que cualquiera naturaleza externa. Según eso, el artista sería llevado a querer representar de algún modo tales realidades oscuras, alejadas de la esfera familiar en que se erigen las formas espaciales, y entonces, con gesto semejante al del hombre primitivo que decoraba cavernas o máscaras, se expresara por medio de abstracciones plásticas. El lenguaje de la abstracción seria una especie de exorcismo, un ritual mágico para conjurar la malignidad de los poderes irracionales que se agitan en el fondo del alma humana.

Pero el hombre de nuestro tiempo -sostiene Leopol Zahn- es también homo technicus, conciencia intelectual dirigida hacia la invención y manipulación mecánicas, extraordinariamente afinada en el manejo de abstracciones aplicables a la dominación de las fuerzas físicas. Esta esfera del intelecto se ha traducido artísticamente en la creación de un universo plástico alejado de la naturaleza, en el cual no dominan, sin embargo, las formas abstractas, que pretenden sugerir y proyectar el contenido inconsciente de la psiquis, sino imágenes de hombres y seres que siguen el modelo de las máquinas. Buena parte de la pintura contemporánea alude, así, al tema del autómata, de la máquina humana, o representa al hombre perdido en un paisaje de aparatos mecánicos. Basta recordar los nombres de Schelemmer, Baumeiste, Chirico, Léger, para evocar los seres extraños que ellos pintan, híbridas criaturas a medio camino entre la maquinaria y el hombre. Pero estos autómatas humanos no son como el bomme machine del siglo XVIII el producto de una especulación racional. Su aspecto amenazante y, desapacible traiciona claramente la angustia existencial del hombre moderno, que se siente absurdamente arrojado sobre el mundo, sin otro destino que la muerte.

La raíz del arte abstracto y de la pintura mecanística de nuestra época se hundiría, pues, en zonas del ser humano más profundas que cualquiera motivación intelectual. Las formas insólitas que este arte promueve estarían impregnadas de terror metafísico y representarían una tentativa desesperada de autoconocimiento e, incluso, de reorganización moral.

El arte que se inclina hacia la ordenación geométrica de las figuras, al margen de toda imitación de la naturaleza, se nos aparece, así, como un antídoto contra la confusión radical que provoca en nosotros el hirsuto fluir de lo viviente. No de otro modo el hombre primitivo hace de la geometría un conjuro, y de la representación plástica abstracta, puramente decorativa, que se funda en la repetición y el ritmo, un arma para vencer, u olvidar, lo numinoso de la existencia. La decoración es usada por el primitivo para sobreponerse al horror del vacío, al miedo a las tinieblas y a la muerte. Él teme a la oscuridad, a lo que no está humanamente ocupado, distribuido en formas inteligibles, teme a la naturaleza pura. Análogamente, los más significativos artistas abstractos contemporáneos expresarían nuestro terror inconfesado ante lo tenebroso que se oculta en nosotros mismos, y con un lenguaje que sólo en apariencia obedece a un trazado intelectual, procurarían restablecer el equilibrio perdido entre el espíritu y la vida.

Luis Oyarzún Peña. La Nación, 28 marzo. 1953, p. 4.

 

 

 

 

 

 
Sitio desarrollado por SISIB - Universidad de Chile