EXPOSICIÓN
DE PEDRO SUBERCASEAUX
En
la Sala del Ministerio de Educación se exhibe una interesante
muestra retrospectiva de las obras de Fray Pedro Subercaseaux,
la cual viene a complementar a la que hace un año se realizara
en la Sala del Pacífico. Aun cuando ambas reunidas no bastan
para formarse una idea cabal del arte de este venerable pintor,
ellas nos permiten, a pesar de todo, una relativa apreciación
del conjunto.
La
tela más importante, entre las que ahora se exhiben, es la
muy celebrada Santiago, y a ellos, perteneciente al Club de
la Unión. Allí se ven patentemente los méritos -y las limitacione-
del autor. Es la suya una vigorosa imaginación realista hábil
para reproducir en el lienzo formas y actitudes recogidas
de una minuciosa observación de la realidad y de los testimonios
gráficos de la historia. Más que como un artista gozosamente
inspirado por la evocación del pretérito, Fray Pedro procede
como un escrupuloso investigador que sabe componer correctamente
dentro de las amplias dimensiones de su espacio y dar con
justeza una nota de dinamismo a la totalidad. Su dibujo es
seguro y experto y, en este caso, el color se adapta adecuadamente
a la forma y al significado de los volúmenes. Si el cuadro
no es una obra maestra, ni mucho menos, es, en cambio, inequívocamente,
una proeza, que nos lleva a experimentar aquel admirativo
sentimiento de performance de que suelen hablar los psicólogos
del arte. ¿Cómo no reconocer el esfuerzo triunfante y deleitarse
con él?
Ninguna
de las virtudes anteriores está presente en Desembarco en
Pisagua, exceptuando a la destreza en el dibujo. Parece una
obra inconclusa, un simple boceto. No obstante, hay en este
óleo una liviandad -que tiene que ver justamente con su carácter
inacabado- que no hallamos en el otro y, aunque el color es
pobre, las indefinidas masas en movimiento nos dan una más
directa impresión de vida. El instante, con todas sus virtualidades
plásticas, vibra aquí más libremente. Algunas de las modestas
ilustraciones de otra época -recuérdese que Fray Pedro es
uno de los iniciadores de este arte en Chile- valen, por cierto,
más que no pocos de sus lienzos más ambiciosos. La poesía
plástica que nuestro artista logra aprehender está inmediatamente
ligada a la vida que pasa, y se desvanece en los trabajos
de larga elaboración, por muchos que sean los méritos que
éstos puedan tener desde otros puntos de vista. Creemos que
la vocación artística de Pedro Subercaseaux es, esencialmente,
una vocación de ilustrador. Posee el dominio del dibujo y
maestría en la figuración del movimiento. No tiene, en cambio,
un real sentido del color. Seria interesante ver una amplia
exposición de dibujos e ilustraciones de este maestro, para
admirar, en obras aparentemente mínimas cualidades que deben
hallarse ahi en estado de pureza plástica.
Luis
Oyarzún Peña. La Nación,
1º diciembre, 1953, p. 4.