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LOS ARTISTAS Y SUS OBRAS
Paula Fuentes. Ella fue un encuentro (video).
Mientras editaba escenas del video de su penúltima obra Deseos en tránsito –instalación colectiva que en los últimos cuatro años ha sido expuesta en Bolivia, en la Bienal de arte de Gwangju, Corea y en el MAC-, Paula Fuentes (Santiago, 1978) encontró en todas las imágenes a una mujer que observaba la intervención que consistía en motivar a las transeúntes a escribir sus anhelos en papeles.
Impresionada por la presencia de la mujer –que era sordomuda, analfabeta y que para participar en la performance escribió "Nancy Beatriz Balmaceda" en el papel-, la artista decide buscarla. La encuentra en Plaza de Armas, donde comienzan una serie de encuentros entre Nancy y la artista, dando origen al video Ella fue un encuentro. En 3 minutos de duración, el video registra la comunicación que se establece entre ambas, valiéndose sólo de gestos y sonidos.
La artista señala que esta obra colinda con dos conceptos trabajados anteriormente: la autobiografía (citada tácitamente a través de la obsesión de la artista por saber más de un desconocido) y el interés por el Otro, encontrado a través de la interacción social. Con esta obra, Fuentes pretende alejarse de toda conceptualización ya que sólo intenta "apelar emocionalmente al espectador a través de imágenes intensas cargadas de poesía".
Cynthia Marinkovic. Los lotos del olvido. Lotus eaters 1 (instalación).
Cynthia Marinkovic (Santiago, 1973), trabaja desde 1991 con espacios en ruinas para montar instalaciones multimedia, utilizando elementos que aluden a códigos infantiles subvertidos y vouyeristas. Ganadora en dos ocasiones del Fondart para la realización del proyecto Arrinconados –que la llevó a intervenir una casona abandonada en el barrio Yungay-, la autora comienza con Los lotos del olvido una nueva serie de obras que vinculan lo marginal dentro de la institucionalidad, en un gesto de reivindicación que alude a la invisibilidad de ciertos sitios.
Marinkovic interviene el museo, pero lo hace al margen de él. Utiliza un espacio en desuso para recrear un pseudo baño abandonado con la "escena del crimen", en la que se visualizan objetos de uso cotidiano -como espejos, juguetes antiguos e ilustraciones infantiles- están dispuestos.
Los lotos dibujados en las paredes, flores veneradas por el Brahmanismo son imagen de la belleza femenina de ensimismamiento y languidez, relatada por Lord Tennyson en su poema The lotus eaters, título que la artista eligió para su obra. El olvido y la embriaguez de un presente constante, equivalen a la detención del tiempo, a la pérdida de la vida en el sueño y el ensueño, a la muerte dormida de las princesas. A través del ojo de la cerradura prototípica se ven imágenes de una "niña princesa" que duerme en el inmenso vacío del desierto, presiente o sueña su persecución, imagen que se reafirma con el verso de estilo mistraliano.
El telón de fondo de la instalación lo constituye la música instrumental, realizada por Aníbal Toro y J.C Oyarzún y que posee una base de música zen, acordes de instrumentos que emulan sonidos de juguetes y fragmentos de canciones de Nick Cave, cantante australiano caracterizado por su tono desolador.
El video realizado con un celular, es el ojo voyeurista; las ilustraciones a lápiz de color infantiles son el juego del vacío y la plenitud, del erotismo y la muerte kitsch. Los elementos armónicos de la música del cine negro de los años ´50, refractan el signo de la infancia, lo tuercen; presentando la tensión de "lo que se espera encontrar", para ver "lo privado", donde no existe imagen más íntima que la de una doncella durmiendo en el sopor de un sueño eterno. La escritura con lápiz labial carmín con la frase eat-me sobre un espejo roto es el "aviso" del crimen cinematográfico y su presentimiento onírico. El carmín emblema de los labios de las princesas de los cuentos, su lectura eat-me cita a Alicia en el País de Las Maravillas y al mto de los comedores de Loto homéricos que perdían su pasado y futuro en el eterno presente del olvido.
La instalación se plantea como una metáfora de la historia subjetiva de un interior que se enfrenta al discurso de la historia oficial desde el mito, el estereotipo y el arquetipo de los cuentos de infancia.
Isabel Motta, Pliegue (instalación)
La frase "la raíz de todo es siempre la misma" es la invitación inicial de la artista y psicóloga Isabel Motta (Santiago, 1974) a la instalación Pliegue, que reúne tres obras -Estudio de un movimiento, Proceso y Vita + cora- planteadas como un homenaje al ser mujer y las historias de vidas personales, en estrecha vinculación con la caligrafía como gesto pictórico y a la necesidad de escribir diarios de vida.
En Proceso, la artista dispuso, en forma de triángulo, 411 aviones de papel que confeccionó con hojas del libro Arte del Siglo XX, tomos I y II de la editorial Taschen. Vita + cora está compuesta por 263 croqueras, caligrafiadas en cada una de sus hojas por la autora con colores negro, rojo, blanco, dorado y plateado, las que componen un espiral que, para la artista, alude al óleo El Origen del Mundo de Gustavo Courbet, protagonizado por el pubis de una mujer. Estudio de un movimiento, está compuesto por un atril metálico que sostiene un boceto en tinta china, mientras que otros papeles y partituras yacen sobre el suelo.
Para esta muestra, la artista invitó al compositor, Felipe Pinto d'Aguiar Montt, a componer música basada en el sonido del gesto de la caligrafía y la manipulación del papel. Si bien la música fue creada especialmente para la obra Vita + cora los acordes pueden escucharse en toda la instalación, generando lo que la autora define como "música visual".
El trabajo anterior de Motta se ha caracterizado por abordar el tema de la memoria a través del desprendimiento, la valorización del mundo femenino y la evocación del pasado, a través de miradas místicas y poéticas. En su obra anterior Intaglio (2001-2006) trabajó con sellos de agua en papel de arroz, realizados en forma repetitiva y empaquetados con cintas rojas.
Norma Ramírez. Trawa (escultura).
Una obra escultórica compuesta de una tela blanca, delgada casi transparente, bordada, suspendida desde el techo y tensada a las paredes y al piso, es la propuesta visual titulada Trawa de la artista Norma Ramírez (Concepción, 1964).
Escultora de gran trayectoria en nuestro país, sus trabajos han sido expuestos en México y Alemania, obtuvo el premio de la fundación francesa Genio de la Bastilla, entre otros. Entre sus obras públicas figura el diseño y ejecución del Parque por la Paz (ex Villa Grimaldi).
Trawa significa piel en mapudungum y como proyecto escultórico tiene una raíz histórico-mitológica: por un lado, la historia que el poeta Lionel Lienlaf cuenta sobre Basilio Lienlaf –cacique mapuche obligado a permanecer con la cabeza de su hijo muerto amarrada a la cintura- y la figura del dios azteca, Xipe Totec o "dios desollado", deidad que se despellejó a sí mismo para alimentar a las plantas, las que permitieron la sobrevivencia de la humanidad. La metáfora utilizada se relaciona al desarrollo de las semillas que pierden su piel al salir un nuevo brote.
Con una iluminación tenue y la sala en penumbra, Trawa pretende -según la autora- provocar una reflexión respecto al origen de los sentidos y deseos, a través de una relación sensorial con estructura física. Un sensor de movimiento al centro de la obra estará conectado a un amplificador de sonido: así, cada vez que el espectador se acerque a la obra, se accionará una grabación con sonidos de gemidos y sollozos.
La realización de Trawa fue financiada en su ejecución y montaje por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes 2006.
Jaime Vial, Producto de Mente (Instalación con objetos antropomórficos).
Utilizando el patio interior norte del MAC Quinta Normal, el artista Jaime Vial (Santiago, 1979) presenta una instalación compuesta por objetos que bordean los límites entre la representación de la figura humana y los fósiles milenarios. Las obras corresponden a la producción artística 2007-2008, algunas exhibidas en la galería A.M.S Marlborough.
Formado académicamente como arquitecto, Vial trabajó tres años bajo el alero de Pedro Pablo "Palolo" Valdés de quien se reconoce influencias, al igual que la obra de Luis Mandiola. Sus trabajos han sido exhibidos en Agora-Gallery de Nueva York y galerías de arte chilenas, y se encuentran emplazadas en espacios públicos: Playa Rabanúa, IV región y en el Parque de Esculturas de Los Vilos.
Vial define su producción como poseedora de carácter existencialista-conceptual, ya que vincula sus obras con su biografía personal y la interacción con la sociedad. Los objetos antropomórficos que presenta en el MAC–semejantes a cabezas a la altura del cuello- están realizados con hormigón y metal, y miden un metro en promedio. En su confección, se aprecia la convergencia entre la factura industrial y la manual, sugiriendo procesos de reconstrucción y ocultamiento de los materiales usados como una suerte de maquillaje que se hace reiterativo, cayendo en la obsesión. Podrán apreciarse textos filosóficos del autor que, marcados por el existencialismo, se refieren al lugar del artista como un ser marginal, la muerte y la impostura, la angustia y la incomprensión social como ejes centrales que definen su obra.
"Al observar sus trabajos nos interpelan a preguntarnos sobre la materia en que estos están construidos, ya que el artista los oculta permanentemente. Los materiales, todos contemporáneos y perdurables, se entrelazan formando un volumen imbatible. No nos deja ajeno la relación que todo autor establece con su obra desde su propia biografía y Vial sigue su propio proceso: reconstrucción-resiliencia, hormigón–fortaleza, aparecer- desaparecer, parecen ser algunas de las claves que nos entrega el artista para conocer su mundo interior", señala Beatriz Bustos, asesora curatorial.
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