Geografía del mito y la leyenda chilenos

Provincia de Chiloé

 

Brujos
(Calcu-Nochero-Pelapecho)
(Pág. 336-337)

El aprendizaje para ser brujo se comienza desde la infancia, lo que se realiza en forma secreta y las pruebas son cruentas.

Una de gran importancia es la de ir a una catarata en medio del bosque o montaña, para bañarse durante cuarenta noches consecutivas, con lo que se cree extirpar el bautismo.

Dada la prueba de suficiencia se titula y se queda incorporado a la Gran Asociación que le impone obligaciones.

En primer término, el secreto de no decir a nadie que es brujo, porque haciéndolo antes del año tendría la muerte como sanción. Tampoco deberá robar. Su magia no puede servirle para apropiarse de lo ajeno, aunque tenga extrema necesidad.

Su alimentación es severa y debe respetarse. Las comidas que se disponen son harina de trigo tostado, carne de ave, vacuno y cordero. Les está prohibida la sal.

Los brujos se transforman en especies animales: perros, gatos, lechuzas, caballos y hasta en pájaros.

Embrujan a las personas, las llevan de un lugar a otro e imponen el mal.

El brujo que se distingue en su carrera es ascendido a artillero por la Mayoría. El artillero es una especie de verdugo que ejecuta la pena de muerte sentenciada por la mayoría de los asociados. En cada Mayoría existen varios artilleros.

Entre los más valiosos elementos para practicar el arte de la brujería está el Macuñ, que es un chaleco hecho de piel de difunto, confeccionado de la parte del pecho del ser y que se utiliza a manera de farol.

El Macuñ es alimentado con aceite humano para alumbrarse en las noches. Cada brujo debe obtener este aceite.

Este chaleco no tiene espalda y se ata con cordones a ella. Mientras no se usa, el Macuñ se enrolla. Si se le desdobla grita thrac, salta, y vuelve a enrollarse, infundiendo así profundo miedo al limpio que se ha atrevido a tocarlo.

Cuando el brujo sale a volar se coloca el Macuñ para alumbrarse el camino. Si quiere quedar a oscuras, baja el poncho, con el cual siempre se cubre.

El Chayanco es un espejo que les sirve a los súbditos de Satanás, para determinar y señalar a su cliente. Este instrumento lo usan los mandatarios de los brujos para ver si han dado el llancazo a la persona indicada.

El llancazo es la enfermedad lanzada o mal-tirado. Este es el maleficio que hace el brujo.

Previo al llancazo está la operación de sajar. El brujo manda a practicar una pequeña incisión a la futura víctima de mal malo que se llama sajar. Es un estudio previo de la sangre para resolver en favor o en contra del maleficiado.

Cuentan con ayudantes, secretarias, la Voladora, mujer que vuela y les sirve de mensajera. En cuanto cumple su misión se dice que lleva el duam.

El palacio de la brujería en Chiloé, donde se celebran grandes aquelarres, es la Cueva de Quicaví. Esta cueva tiene cuidadores, porteros, los Invunches, seres contrahechos que conocen a los dignatarios y magnates del reino infernal.

Versión de Oreste Plath

 

© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina