El Calabazo, Vasija Vegetal Noble

Mates quemados de Renca
Materas y mates chilenos.

por Oreste Plath

*Aparecido en el Anuario de la Sociedad Folklórica de México. XI, México 1957, pp. 159-164.

 

Juan Ignacio Molina, el naturalista de la Colonia, es el primero que estudió en Chile esta planta, en su conocida obra política y de historia natural.

Según el doctor Aureliano Oyarzún, en su trabajo Las calabazas pirograbadas de Calama, se sabe que, a pesar de las afirmaciones de Humboldt, en el sentido de que los españoles la encontraron en América, hay una fuerte corriente de opinión que sostiene que fue importada de las Canarias, inmediatamente después del descubrimiento de Colón.

El doctor Aureliano Oyarzún, con el apoyo de Molina y Phillipi, demuestra que las calabazas, si no se cultivaban en toda la América, lo que le parece improbable, se conocían, muchos siglos antes de la llegada de los conquistadores, en el norte de Chile, a lo menos; y los antiguos habitantes de Atacama se servían de ellas, adornándolas con hermosos grabados, para los usos de la vida ordinaria y como vasos de ofrenda para sus muertos.

En los cementerios indígenas del norte de Chile son muy frecuentes los restos de calabazas, adornados con grabados o sin ellos.

La planta ha sido introducida a Chile antes de la llegada de los españoles.

Este fruto es conocido en el Perú con el mismo nombre popular de Chile: Mate. Y figura con esta nominación desde muy antiguo. En la relación de la religión y ritos hechas por los primeros religiosos agustinos que allí pasaron para la conversión de los naturales, se lee lo siguiente:

"Hacen también otra manera de mocha y adoración a Ataguju, y es que ordinariamente el Cacique y principales se salen a comer en la pampa o plaza y allí beben; y antes que comiencen a beber, derraman un poco de chicha del macte o vaso en que beben mochando y adorando a Ataguju y a la tierra". Citas semejantes se encuentran en Oviedo, Cobo y Cieza.

Las calabazas, las ollitas criollas, gozaron pareja "estimación entre indios y españoles, que desde el principio han tenido uso de ellas en las mesas", al menos así lo asegura el jesuita Gómez de Vidaurre.

Y así, del fruto de la calabacera se servían para cestos, tazas, platos hondos, vasos, botellas, valiéndose de su forma, y tiestos en general.

Los mapuches esparcían calabazas vacías, herméticamente cerradas, por los lagos y remansos de los ríos, frecuentemente por los patos silvestres. Pasados unos días, esta flota de calabazos no espantaba a nadie, producida la costumbre de verlos de parte de los palmípedos. Era entonces cuando los cazadores de patos se cubrían la cabeza con una calabaza, la que tenía agujeros para los ojos y se hundían con ella hasta la barba y cogían sorpresivamente por las patas a las confiadas aves, y las zambullían silenciosamente, ahogándolas.

Los mapuches, como otros indios de América, se valieron de los calabazos como instrumentos musicales, entre éstos la Huada, similar a una maraca.

El pueblo se sirve de los calabazos hasta para salvavidas, atados alrededor de la cintura.

Los decora y los trata con inteligencia, teniendo prestigio por ellos algunas localidades.

En las casas, los utensilios de calabaza deben ser curados, templados, ya sea al fuego o por medio de una cocción realizada por un "brujo conocido", mientras pronuncia palabras y hace signos cabalísticos. Otra fórmula de curar consiste en dejar restos de vinos o chicha en ellos cuando son nuevos para que los gérmenes de la fermentación, y sobre todo la borra, se adhiera a las paredes más o menos porosas, revistiéndolas de cierta impermeabilidad, que le da resistencia al mate.

Mates Quemados de Renca

Renca, comuna de Santiago y está ahí cerquita, como dicen las viejas, tiene un nombre de origen quichua, Renka, es planta florida. Y así es el sitio florido y frutal.

Conocidos costumbristas y tradicionalistas lo recuerdan en la época de los paseos campestres a los frutillares. Se iba allá a comer frutillas (fresas) al pie de la mata.

Benjamín Vicuña Mackenna escribió: "noviembre es el mes de las jaranas de Renca"; Daniel Barros Grez, dijo: "¿Quién puede ignorar la celebridad del lugar de Renca en el ramo de toda clase de frutas? Las frutillas de Renca han tenido y tienen todavía tanta fama como las pasas del Huasco, los duraznos de Rengo, los melones de San Fernando, las manzanas de Quillota, la chicha de Aconcagua, el mosto de Concepción, los quesos de Chanco, los porotos bayos de Rancagua, los pejerreyes de Aculeo y las empanadas caldúas de Talca".

A estos frutillares hacían los habitantes de Santiago sus paseos anuales, paseos que se realizaban en carreta de rueda de rayo y de alto toldo.

La carreta iba cargada con las mamás, las niñas, las sirvientas y muchos canastos llenos de comistrajos. Al lado de la carreta y por el camino, los mozos, los tiempíes, montados en sus caballos, los revolvían para acá y para allá, como haciéndoles gracias a las chiquillas.

Llegados los paseantes a Renca, se armaba la fiesta en un lugar de sombra, especialmente, bajo las manchas de higueras, y aquí se consumían el contenido de las cestas, en las que no faltaban las lenguas y los pavos fiambres; a todo esto se sumaban las frutillas, que aparecían en canastas, una detrás de la otra. Junto a este goce bucólico, no podía faltar quien tomara la guitarra y cantara.

Habían varias quintas y muchas gozaban de fama por las buenas frutillas, el vino con frutilla y la atención de sus propietarias Entre las dueñas más antiguas, que además del frutillar tenía sus higueritas, se hallaba la viuda Tomasa, la cual, por sus numerosas hijas, nada mal parecidas recibía visitas muy continuadas de ciertos pijes diablos, durante casi todo el año. Otra dueña de quinta de recordación es doña María, que a su gran frutillar unía una lengua muy buena para el disparate, para la herejía, lo que le valió el popular nombre de María Hereje.

El cultivo de las flores tampoco era descuidado en Renca y actualmente la mayor parte de la producción se vende en Santiago, participando en el cuidado de la tierra y la venta de las flores, los huerteros y huerteras renquinas.

En este medio trabajan las viejas quemando mate, es decir, decorándolos.

Materas y Mates

Entre la flor y la fruta se producen en Renca las calabaceras, (Lagenaria vulgaris), rastrera de la familia de las Cucurbitáceas de frutos muy variados en su forma, tamaño y color, pero, por lo común grande, redondo, oval o cilíndrico y con multitud de pepas o semillas, que después de ser sometidas a cierto procedimiento llaman calabazo o mate.

En la actualidad, el pueblo antes de proceder a trabajar con los mates cuida los calabazos desde la mata, haciéndole verdaderas camas de paja, otras veces amarrándolos para acinturarlos y lograr determinadas formas. Cuando estima que están maduros los corta de la mata y los pone a. secar a la sombra, especialmente, los cuelga desde los techos, prefiriendo el de la cocina, tratando de que no se toque uno con otro y cuando la pepa está suelta o suena, es que ha llegado el tiempo de trabajar con ellos. Entonces se procede a abrirlos, sacarles la pulpa, pulirlos ligeramente y hacer vasos de diversas formas para los más variados usos.

Entre las variedades de mates trabajados que se conocen en Chile, figuran: los porongos, que prestan servicios de vasos; las poruñas, utensilios que sirven en los despachos y boliches; la calabaza para aloja, que es, por lo general, un fruto con capacidad para un litro de líquido. Esta vasija se usa para fermentar en él una infusión de tallos de culén (Pseralea glandulosa) que es una bebida popular denominada aloja de culén; calabazas para transportar agua, cortadas en la parte superior para hacerles boca; la parte separada sirve de tapa y se le adhiere por medio de un cáñamo; calabazas para guardar semillas; calabazas para guardar ají molido; calabazas para guardar liga; mezcla que en Chile se hace desde tiempo inmemorial con el fruto de una planta afín al quintal (loranthus sp.). La liga se deposita y se expende en calabazos mayores que el usado para tomar mate, destapados en su parte superior; calabazas pirograbados para adornos, de ligera decoración que se efectúa en la zona central; mates chicheros, calabazos cortados generalmente en sentido horizontal y se les llaman calabazos chicheros porque se utilizan para depurar la chicha de las materias que flotan en la superficie de ella cuando está fermentando y para sacar chicha de los grandes recipientes destapados en que se la hace fermentar; calabazos para comederas, calabazos pequeños, cortados horizontalmente en su parte superior y que se colocan en las jaulas de pajarillos para suministrarles en ellos los alimentos; calabazas para mate, el llamado mate se hace con las variedades de frutos pequeños, no mayores de m. 0.10 de diámetro, y se usan para tomar la infusión de la yerba mate (Ilex paraguayensis).

En la preparación de este tipo de calabaza es donde las viejas quemadoras de mates de Renca se lucen. La acción de pirograbar, decorar los mates, se llama quemarlos. Y esto se realiza por medio de alambres calientes, pero pasándolos muy levemente sin resentir el espesor de las paredes. Los hay con adornos geométricos, incisiones realizadas a cuchillo o dibujos con representaciones de plantas o partes de vegetal, adornos fitográficos pero cierta encantadora ingenuidad que caracteriza casi toda la producción nacional. Existe también el mate quemado o. sea el mate negro y este es un calabazo que ha sido quemado superficialmente para que adquiera totalmente el color negro, monocromo.

Los mates se cultivan y se graban, entre, en Renca y Quilicura (Santiago de Chile), Limache, Valparaíso; San Felipe.

NOTAS

1. En Chile es matera la persona que realiza la confección de los calabazos, los quema y los deja prontos para cebar, saborear el mate; matera es la persona aficionada al mate, que ha contraído el vicio; vieja matera se le dice a la mujer amiga de chismes y de cuentos; y matera es también la que los vende en los mercados y a este respecto hay unos versos populares que dicen:

"Las guateras y pateras

Desde muy temprano están

Vendiendo con grande afán;

Lo mismo hacen las chancheras:

Las materas y floreras

Tienen su venta especial".

(Guajardo).

2. La poruña servía para sacar de los cajones y poner en la balanza el arroz, porotos, la yerba mate, el azúcar, etc. En una época la poruña era un cuerno de buey partido longitudinalmente por la mitad, luego fue de lagenaria y actualmente es metálica. Tal vez poruña viene de la misma raíz que porongo (del quechua puruncu), otra acepción en Perú. Calabaza grande alargada que sirve de depósito.

3. Entre los campesinos existe la creencia que se conservan mejor guardadas en calabazas secas.

4. Hasta hace poco tiempo era muy generalizado envasar el ají picante molido; está costumbre vino del Perú, donde se usaba dicho embalaje.

5. Con esta mezcla mucilaginosa se capturan aves; al untarse con ella, quedan cogidas de las patitas o con las plumas de las alas en malas condiciones para volar.

6. La Sección de Prehistoria del Museo Histórico Nacional de Chile posee una numerosa colección de calabazas pirograbadas encontradas por el señor Max Uhle en los cementerios vecinos del pueblo de Calama, situado en la margen derecha del río Loa, en la provincia de Antofagasta.


© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina