El hombre
imaginario
vive en una mansión
imaginaria
rodeada de árboles
imaginarios
a la orilla de un río
imaginario
De los muros que son
imaginarios
penden antiguos cuadros
imaginarios
irreparables grietas
imaginarias
que representan hechos
imaginarios
ocurridos en mundos
imaginarios
en lugares y tiempos
imaginarios
Todas las tardes tardes
imaginarias
sube las escaleras
imaginarias
y se asoma al balcón
imaginario
a mirar el paisaje
imaginario
que consiste en un
valle imaginario
circundado de cerros
imaginarios
Sombras imaginarias
vienen por el camino
imaginario
entonando canciones
imaginarias
a la muerte del sol
imaginario
Y en las noches de
luna imaginaria
sueña con la mujer
imaginaria
que le brindó su amor
imaginario
vuelve a sentir ese
mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre
imaginario
de Hojas
de parra (Santiago, Ganímedes, 1985)
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