LA MUJER |
La mujer llena de hijos
no tenía donde vivir Una mujer que era madre, que era hermana Esposa no era, había sido Una maldición pesaba sobre ella Sobre su cabeza pesaba un cielo lleno de nubes Y sobre sus pies pesaba todo Yo estaba ahí de paso Una especie de antimujer que lo vislumbra todo El otro platillo de la balanza Pues podía ser hijo como que efectivamente lo era Podía ser padre, hermano Podía ser esposo. La mujer había elegido el lecho de un río para levantar sus tablas Los utensilios domésticos yacían amontonados Paisajes, matorrales se veían Se veían piedras. Todo esto ocurría en el corazón de una isla Qué isla era aquella dios santo Dios Santo quién era yo para reírme de Cronos Preguntaba a la hija idiota qué es aquello Apuntando con el índice hacia unos cerros próximos ¡Nieve! respondía ella Correcto, era nieve. En verdad era nieve. Me daba vuelta y sin dejar de reír preguntaba de nuevo Mirando ahora hacia el otro confín. Nieve respondía de nuevo. Estábamos rodeados de nieve Pero era el corazón del verano. Pensamiento profético: Toda esta gente va a desaparecer. Pensé que esa gente podía desaparecer Los hijos mayores podían ser hermanos Porque la sangre se había mezclado hacía tiempo Los hijos mayores hablaban Decían frases Partirían ellos Ellos se presentaban en forma de imágenes Tomaban sus sombreros y se retiraban. "El frío los hará desaparecer" Ese pensamiento siniestro se apoderó de mí El lecho del río se llenará de agua Etc., etc. Entonces yo partí en busca de víveres Prometí volver con algo seguro Hacía esfuerzos para no fracasar Pero las piernas me temblaban Salí al camino Pero no, felizmente no Aquélla no era una tierra desolada. A ambos lados del camino descubrí chozas Los pequeños palacios de los campesinos Chozas miserables es cierto Pero chozas de tierra: no de tablas Poco a poco me fui acercando a ellas De ellas salía humo Con el rabo del ojo vi un corredor Ensayé una pregunta, fracasé Ensayé otra pregunta que extraje del fondo del espíritu Fracasé Aquellas mujeres me enjuiciaban Dios Santo para qué me enjuiciaban aquellas mujeres Si yo sólo era un transeúnte Un quijote que no conoce los caminos (Con el nombre de la isla me hubiera bastado) Pero ellas hacían muecas Se reirían seguramente Pregunté dónde podría alquilar una casa Habrá por aquí una casa que se alquile? La imagen de la mujer anterior no desaparecía Yo trabajaba para ella Sufría posiblemente sufría Quería sacarla del abismo Seguí entonces por los caminos El camino mismo me hacía marchar Deambulando siempre Sin perder completamente las esperanzas Siempre mirando hacia atrás Llegué a un villorrio Pero las chozas habían sido quemadas Solo quedaban los esqueletos En un recodo del camino encontré una posada Un anciano que vendía menestras Vendía vino Descripción del anciano: Recuerdo que usaba un guardapolvo Recuerdo las botellas de diferentes tipos Pidió a otro cliente que me llevase en su automóvil Cuando el motor ya estaba en marcha se acercó a la cabina Hizo un obsequio Y me animó para que siguiera indagando Siguiera buscando. El chofer no era un isleño Pero había llegado antes que yo Fumaba Tenía una casa por armar Veinticinco mil costaba esa casa La armaría en el lecho del río "Aquí no hay dónde levantar unos palos" "Sólo existe el lecho del río" Y el invierno? "No hay que pensar en el invierno" "No correrá más agua" "El agua estará en todas partes" "Pero no en el río" "Los tranques..." (Respuesta enigmática) Pero yo estaba seguro de la catástrofe Descripción de la catástrofe: Cuando asomamos al valle vimos avanzar las aguas turbulentas El río se llenaba rápidamente Corrí hacia el puente Habrían escapado los míos? Las aguas empezaban a apoderarse de todo Pero aquella mujer valiente no ha sido derrotada Da voces Refunfuñando despierta esa mujer maldita No quiere salvar a sus hijos "Después los iré a buscar" "Primero hay que averiguar quién destapó los tranques" La culpa recae sobre un zorro que andaba en busca de alimento Lo acorralan contra la ribera Gime Escupen sus ojos Yo rescato mi hija. La acerco al fuego Froto su cuerpo Mueve los pies Trato de volverla a la vida Pero aquello parece una caja De su cabeza salen llamas Tengo que volverla al agua Recriminaciones de la mujer Tú eres el culpable de todo Tú eres el culpable de todo. de Obra gruesa (Santiago, Universitaria, 1969)
|