Este señor desvaído
parece
Una figura de un museo
de cera;
Mira a través de los
visillos rotos:
Qué vale más, ¿el oro
o la belleza?,
¿Vale más el arroyo
que se mueve
O la chépica fija a
la ribera?
A lo lejos se oye una
campana
Que abre una herida
más, o que la cierra:
¿Es más real el agua
de la fuente
O la muchacha que
se mira en ella?
No se sabe, la gente
se lo pasa
Construyendo castillos
en la arena.
¿Es superior el vaso
transparente
A la mano del hombre
que lo crea?
Se respira una atmósfera
cansada
De ceniza, de humo,
de tristeza:
Lo que se vio una vez
ya no se vuelve
A ver igual, dicen
las hojas secas.
Hora del té, tostadas,
margarina.
Todo envuelto en una
especie de niebla.
De Poemas
y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)
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