Nació en Santiago en 1972. En 1994 obtuvo
el primer premio en el "Concurso de Poesía para Obras Inéditas" convocado por
el Departamento Técnico de Investigación de la Universidad de Chile. El mismo año
publica su primer libro, titulado El yo cactus, ganador del certamen citado
anteriormente. Desde entonces ha finalizado el libro Escrito en Braille, que
obtuvo en 1998 el Premio "Eusebio Lillo" de la I. Municipalidad de El Bosque, de
pronta publicación en la Editorial Lom. Actualmente trabaja en el poemario Material
Mente Diario y en la obra de monólogos líricos Míticas contemporáneas. |
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YO CACTUS
UNA MUJER
PESA SOBRE MI LENGUA
CRIATURA SIN
BAUTISMO
NO
ES NECESARIO RECUPERAR...
NUNCA HAS SALIDO TAMPOCO....
FUNDA
PARA TI UN PAÍS DE PIELES...
LA SIBILA
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UNA MUJER PESA SOBRE MI LENGUA Yo que te habría propuesto
empezar tartamuda
una historia de tropiezos.
Besos de lengua en rebeldía con las bocas
besos besados en la hoguera de las brujas
soga al cuello en tu risa de duende:
un animal pretérito y molesto
asomado a tu hombro y saludando.
Yo que te habría mostrado
el pez infierno que nada en nuestra sangre
una caricia que estalla al filo de la mueca
el feroz insulto de un cordero mudo
y mi celo que grito torpemente
amparada en la esperanza
de mil mañas insolentes, son sólo signos:
por todas partes brotan dedos
que hacen más sol este caudal.
Yo que habría escrito coplas de vino ciego
con mujeres calladas que se adivinan en lo oscuro,
a tientas habría parido extrañas criaturas
que te nombrasen en la ausencia
y tejieran de tu recuerdo sendas túnicas
para ir ataviada como Reina,
toda entera: disfrazada de ti.
( Estaba pensando en mordisquearte en las semillas
para que brotara esa sonrisa de niña seria y deseosa
para que brotara ese canto que canto
a la sombra que despides en todas direcciones,
pero apenas escribo cierto nombre
como para que te sirva de alfombra
lo escribí hace rato con las huellas que dejaste:
para verte caminar sobre el verbo en fuego
para ver como escalda tu mirar
para ver si con eso no me duele tanto este querer ).
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CRIATURA SIN BAUTISMO
No he engendrado aún el monstruo que te duplique.
En blancas estepas se yergue una torre
allí soy yo la presa de esta lengua cántara
allí soy yo la Amante de este Amante en celo.
Para sufrirlo, subió el silencio por mis trenzas
yo querría nombrarte en su guarida
así pues encadené mi voz a la mudez
y traté de hacerte espacio entre sus besos.
Para zafarme, escalé su valla de palabras
y rodé reino abajo para unirme al caos.
Desbocados los potros. Se es el ojo
pero se siente en el rostro todo el cuerpo.
No me indica el Caos ni en él te encuentro
pero en medio del tifón mí vida pertenece.
No da el silencio frutos propios ni es posible con él
erguir aparato alguno, mas bajo su ala permanezco.
Yo llevo días errando por tu nombre
como cierta Alicia que mengua y que crece
ya te veo escrito en humo y en agua
pero lo cierto es la risa de mi Amante.
La soga que me amarra sólo a mi imagen
el estupro que comete mi vano esfuerzo
las bestezuelas que gimen en mi vientre,
ese todo su poder que me impide parirte.
de El yo cactus
* * *
"En ti sólo, en ti sólo, en ti
sólo."
César Vallejo
No es necesario recuperar los besos.
La boca es necesario recuperar
y la boca con sus dientes y sus lenguas
y sus filamentos que en otra boca dicen más
que boca, diente y lengua.
La mano y no el gesto hay que atrapar
y tampoco el abrazo sino el cuerpo
y más aún la sed que nunca cabe dentro de la propia carne
y más aún el hambre que siempre es poca para la propia carne.
Así se geste todo con razón
y la muerte sea esperada sin nada acabado.
Así no sea necesario recuperar las palabras
cuando la voz sea necesario recuperar.
* * *
Nunca has salido tampoco.
Más bien parece que una música vive encerrada en las orejas
y no dices oídos porque a machetazos
se han instalado los acordes de tu carne,
fieros acordes que suenan más o menos así:
ciudades estacionadas con enloquecidas niñas desatadas por las calles
con enloquecidas niñas interrogando a las estatuas de la entrada
por la permanencia de cada segundo,
la satisfactoria permanencia sobre la piel de cada segundo
y así interrogadas responden así las esfinges:
"Del Padre sólo se aprende con su caída
no lo anuncian heraldos ni lentejuelas
al Padre se llega de golpe y porrazo
puesta la sed en la boca de los Hombres"
* * *
Funda para ti un
país de pieles, azoteas y naufragios.
Fúndalo para que calcen tus pies el cosquilleo de las estrellas.
Recoge a tu paso el sabor de las ciudades,
la palabra confusa de sus caminos
y hazte fabricar un traje que te lleve dentro.
Dale a tu país el fruto extraño de una bandera
pues toda esquina merece un ícono
de madera o de metal o del viento de los peregrinos
para que se pregonen en las historias un suelo hecho de parches.
Alimenta tu país y da posada al sediento y al vacío
con la vastedad de tu propio cuerpo;
siempre estarán brotando recodos desconocidos,
gestos de hambre y jirones interrogando
la permanencia de cada segundo, de cada certeza, de cada caricia.
Mantén a los sabios abocados a la tarea de habitar y descifrar
los brazos, las calles y las piernas,
los ríos de mieles amarillas, el pájaro carnicero de la boca
y por supuesto el ojo que en cada cosa aposa su marca,
el ojo que de cada plaza jamás se marcha.
No edifiques cementerios y confíate duradero pues en tu país
la vida hace pagar caro todo instante recuperado de la muerte.
Y levanta tu país como una torre en el exacto lugar del llanto.
de Escrito en braille
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LA SIBILA Podría
haberme advertido el maldito dios de la razón
que no me sería dada la juventud para la eternidad
adiviné tanto en su nombre que podría haberse dado la molestia,
pero me dio 9 vidas consecutivas de 110 años cada una
y no me dejó con ellas la ternura que me conoció en el principio
cuando yo sostenía entre mis pechos sus atributos
cuando él todavía era dios sobre la tierra
hoy apenas recuerdo cómo era
cómo alcanzaba a los ciervos con sólo sus ojos que devenían flechas
cómo tornaba ambrosía el agua de sus manos,
de él apenas me queda la burla, mi odio y su don.
Soy la Sibila de Cumas,
famosa por recibir al piadoso de Eneas
aquel que debía bajar a los infiernos
y temía de Hades, temía tentarse
ven para acá, preciosa semilla de futuros asentamientos humanos
yo te ayudaré. Tenía el cabello ensortijado mi titán adolescente
y la sed del que bajará a los eternos fuegos.
Le di yerbas que debía quemar en su momento invocando al dios
y un mapa, el mapa de los infiernos.
Soy la Sibila de Cumas,
la misma que se encerró 180 días a escribir
180 días acompañada solamente por alacranes y espejos
éramos yo y el insecto, su veneno, la fiebre y la escritura,
fueron 9 libros como 9 visiones de la materia
o la sombra que proyecta la materia
el sentido con que la nombra el humano, escribí
todo lo que fuera la materia actuando el espíritu sobre las cosas.
Entonces me fui a Roma, reinaba uno al que llamaban El Soberbio
pensé soberbio comprador de los libros síbilinos
-Traigo nueve joyas de la profecía
-¿para qué me servirán, mujer?
-serán el esplendor que le falta al conocimiento en tu reino
-no es suficiente
Hay quienes me critican por haberme acriminado contra mi propia obra
pero el rey no quiso mirarme, despreció mi talento
por su culpa serán sólo pavesas
los secretos que habrían sido su única luz
y frente a la fastuosidad de su mansión romana
hice un hoguera con mis visiones,
los tres primeros libros no pudieron salvarlos
ni siquiera las lágrimas de los sabios
y los segundos tres tampoco pues ya estaba convencida
de querer darle hijos al emperador.
Entonces abrió su puerta y me acomodé en su corazón.
Hijos no tuvimos, es que las sibilas tenemos estéril el vientre
en compensación por la fecundidad de nuestro ojo,
Casandra tuvo gemelos porque a ella nadie le creía.
En todo caso, con el dinero en mis arcas me fui tras un filósofo
no era gran cosa pero era libre.
Así fue como entre tanto triunfo consagrado a Apolo
me fui olvidando del presagio.
Ahora pienso que tal vez mis amistades venusinas pusieron celoso al dios
y empezaron las palabras del augur a darse calladas,
me confundí por amor; adiviné concentrada sólo en mi propio calor,
olvidé el fuego consagrado a la deidad, la luz del consultante,
me enredé en mi ombligo, esa es la verdad.
Un día apareció Apolo y me ofreció ser inmortal
lo que dure el mundo dije embriagada por la vida terrenal.
Se fue el maldito dios dejándome la inmortalidad goteando entre mis piernas,
pero olvidé pedir la juventud.
El resto de la historia es esta jaula, el paso lento de los siglos
esta como cucaracha seca o este mustio pájaro
que antaño fuera arúspice de Apolo y por naturaleza
todavía prevé pero ya no predice nada.
Si he visto despeñarse a los dioses, a la morada de los dioses
al retazo del dios solitario que se estaba manteniendo
y una tras otras las lenguas que se van secando
y una tras otra las pieles que se fueron confundiendo.
Si he visto desaparecer lo conocido y conocer lo que será desaparecido
no me preguntéis entonces ¡niños malcriados! qué es lo que deseo
pues lo único que siempre oiréis será:
Morir, morir.
de Míticas contemporáneas |