SENTADOS
FRENTE AL FUEGO
Sentados frente al fuego que
envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda dónde aún queda vino,
miro nuestras sombras movidas por las llamas.
Esta es la misma estación que
descubrimos juntos,
a pesar de su rostro frente al fuego,
y de nuestras sombras movidas por la llamas.
Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.
Esta es la misma estación que
descubrimos juntos:
aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia.
Pero nuestras sombras movidas por las llamas
viven más que nosotros.
Sí, esta es la estación que descubrimos
juntos.
-Yo llenaba esas manos de cerezas, esas
manos llenaban mi vaso de vino-.
Ella mira el fuego que envejece.
De Para Angeles
y Gorriones, 1956.