La arquitecta de la Universidad de Chile y diseñadora de iluminación, Paulina Villalobos, ha dedicado su carrera a investigar la luz y sus efectos sobre el ser humano y nuestro entorno. Es así como en esta trayectoria ha impulsado una serie de proyectos reconocidos y premiados a nivel internacional.
Tras finalizar su carrera como arquitecta en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile (FAU), Paulina Villalobos buscó especializarse en el diseño de la iluminación artificial en la arquitectura. Sin embargo, esta expertise a principios de los 2000 no se dictaba en casi ninguna universidad del mundo.
“En ese momento de la enseñanza de la arquitectura no había ninguna aproximación a la iluminación artificial. Busqué la especialización y no había en ninguna parte, el único lugar de enseñanza exclusiva de iluminación arquitectónica, que duraba dos años, fue en Alemania, donde recién estaban abriendo la especialización”, relata Paulina Villalobos.
La arquitecta explicó que esta expertise es muy reciente porque normalmente la iluminación estaba a cargo de un proyectista eléctrico, ya que no había ninguna otra forma de iluminar que no fuera a través de luminaria incandescente o fluorescente. Pero, a partir de la puesta a punto para la masificación del LED, durante la primera década del XXI, se pudo reemplazar la iluminación tradicional.
“El LED (diodo emisor de luz) permite diversificar enormemente las posibilidades tamaño y forma para iluminar espacios incorporando además las posibilidades de control. El LED nació en la era digital, por lo tanto evoluciona muy rápidamente y las variables luminotécnicas se complejizan, se especializan y se descubren nuevas posibilidades aplicables al diseño de iluminación. Se abren todas las maravillosas alternativas que puedes crear con luz, entendiendo la luz como una herramienta de diseño y que no sólo potencia la arquitectura sino también mejora la calidad de vida”, agregó Paulina Villalobos.
Ya son numerosos los estudios que han comprobado que la luz tanto natural como artificial afectan directamente a la salud, el rendimiento, el estado anímico y el bienestar. El ciclo biológico del cuerpo humano está directamente relacionado con la iluminación y nuestro cuerpo responde con cambios físicos, mentales y conductuales a la luz y la oscuridad del ambiente que nos rodea.
“La iluminación debe buscar garantizar la calidad de vida. Por ejemplo, ahora en la pandemia hay proyectos de arquitectura, que son más bien soluciones habitacionales, que no garantizan ni siquiera la luz natural, cuando ésta debiera ser un derecho: La disociación entre luz y arquitectura ha sido uno de los mayores problemas del siglo XX. Por ejemplo, debemos imaginarnos el confinamiento en los pisos inferiores de los llamados guetos verticales, no hay luz, no te llega luz natural. Esa condición no sólo te deprime, sino además te enferma”.
Una ciudad iluminada para los automovilistas
Paulina Villalobos cuestiona el hecho que la iluminación no esté garantizada en los planos reguladores ni en el diseño urbano. “La luz está en función de los niveles para una autopista, el usuario del destino de la iluminación en la ciudad es el auto y no las personas. Este es uno de nuestros máximos desafíos a cambiar”.
Integrar la luz en el diseño de las ciudades cuyo objetivo sea el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, así como potenciar los espacios públicos, debe ser el norte puntualiza Villalobos. “La incorporación de la iluminación no está en los planos reguladores, las normativas existentes están copiadas de otros países y son normativas para el tránsito de automóviles” explica la arquitecta y Máster de Iluminación Arquitectónica de la Universidad Tecnológica de Wismar de Alemania.
“La normativa persigue la homogeneidad porque para un auto que va a alta velocidad necesita focalizar su mirada, sin distracciones, porque el objetivo es ir a alta velocidad sin que nada te llame la atención, todo lo demás no tiene interés y esa esa la ciudad que se está diseñando”, concluyó Paulina Villalobos.