Política monetaria

Profesor Guillermo Le Fort y nueva alza de la tasa de interés: "a la larga beneficiará a la economía y a las personas"

Acciones del Banco Central serían beneficiosas a largo plazo
Política monetaria
"Si queremos controlar la inflación es imprescindible olvidarse de los retiros y de políticas fiscales extraordinariamente expansivas", afirma el profesor Le Fort.
Política monetaria
"Debemos entender el 2022 y parte del 2023 como años de ajuste o compensación de los excesos cometidos el 2021", agrega el académico de la Facultad de Economía y Negocios.
IPOM
"Deberíamos pensar que la guerra generará efectos negativos en la economía global, y que tranque más el comercio y traiga tasas de crecimiento global más reducidas", plantea sobre el escenario internacional.

La emisión del nuevo Informe de Política Monetaria (IPOM) del Banco Central este miércoles coincidió con el anuncio por parte de este organismo de una nueva alza en la tasa de interés, que alcanzó el siete por ciento, en un contexto en que la inflación podría encumbrarse a un diez por ciento en el acumulado de un año.

Conversamos al respecto con el profesor titular de la Facultad de Economía y Negocios, Guillermo Le Fort, quien analizó el documento del Banco Central, junto al contexto económico nacional e internacional, marcados por debates relativos a un nuevo retiro de fondos previsionales y a los efectos de la guerra en Ucrania.

El Banco Central calcula que a mediados de 2022 la inflación acumulada puede llegar al 10 por ciento ¿Cómo se explica esta cifra?

Lamentablemente, es una cifra importante que no veíamos hace tiempo, pero durante 2021 -particularmente- y también parte de este año se ha generado una situación que podríamos calificar de "tormenta perfecta", porque hubo una expansión muy fuerte del gasto, sobre todo en consumo, que se derivó de los retiros masivos de fondos de pensiones con una cantidad muy grandes de miles de millones de dólares para ser gastados, a lo que se sumó una política fiscal que se hizo muy expansiva con el IFE universal. Entonces, por el lado de la demanda tuvimos una expansión extraordinaria y, por lo tanto, muchas presiones en los precios. Y la oferta se vio encarecida por un shock de oferta y costos por el lado internacional, debido al aumento de precio del petróleo, agravado con la guerra, de los alimentos, y además del tipo de cambio. Se han dado circunstancias muy favorables para una erupción inflacionaria y por eso el Banco Central ha tenido que reaccionar con mucha fuerza para intentar contenerla.

¿Por eso el alza de la tasa de interés?

Sí, es cierto que el siete por ciento es un nivel sin precedente desde 2009. Habían pasado muchos años sin que el Banco Central se acercara a esta cifra, pero las circunstancias lo requieren y, como señala el IPOM, todavía quedan alzas por delante. No es que lleguemos a 14 por ciento creo yo, pero está dentro de las posibilidades alcanzar un ocho o un nueve por ciento. Lo que está haciendo el Banco Central es utilizar la tasa de interés como un elemento de compensación de presiones inflacionarias que tienen otros orígenes, de demanda y costos, entonces estas alzas de las tasas de interés buscan contener el gasto: encarecen el crédito y, por lo tanto, el gasto, y hacen que mucha gente decida postergarlos, tanto personas como empresas.

Esa postergación de gasto actúa en compensación de la demanda agregada y ayuda a frenar el impulso inflacionario, y el aumento de tasas de interés locales ayuda a fortalecer el peso, que gente tenga interés en mantener activos en pesos y reducen el tipo de cambio. Eso es lo que genera el aumento de tasas para la vida cotidiana. Por una parte, al reducir el tipo de cambio reduce el precio de algunos bienes importados, y -por otra parte- reducir la demanda al encarecer el crédito nos obliga a consumir menos, pero permitirá tener inflación más baja en precios locales a la larga. Si bien las acciones del Banco Central pueden ser dolorosas en un primer momento, a la larga beneficiará a la economía y a las personas, que si no sufrirían una inflación peor.

¿De qué manera se cruza esta situación con el actual debate del quinto retiro del diez por ciento?

Creo que es una tremenda irresponsabilidad, todos los retiros lo han sido. Contribuyen a deteriorar el bienestar social porque si bien pueden ser un dulce en el primer momento, generan capacidad de gasto, y lo hacen a costa de no contar en el futuro con esos fondos para la pensión. Cuando somos viejos somos más pobres que cuando estamos en la vida activa, es un intercambio muy poco favorable y la gente se fija solo en el aquí y ahora.

Desde un punto de vista social, los retiros también tienen un efecto negativo porque, por una parte, impulsan la inflación, pero también deterioran el mercado de capitales y hacen más difícil financiar inversiones, créditos de consumo o hipotecarios. Las tasas de estos últimos se han disparado y los plazos se han reducido. Lo que fue una gran ventaja para los jóvenes, que podían adquirir créditos hipotecarios con tasas bajas, ha desaparecido, y eso es lo que generan los retiros, hay que tenerlo claro, son pan para hoy y hambre para mañana. Se impulsan por gente que no estarán ahí para enfrentar las consecuencias, algunos ni siquiera han entendido los efectos que han generado en la inflación, pero todos los podemos ver, en los créditos, etc.

Si queremos controlar la inflación es imprescindible olvidarse de los retiros y de políticas fiscales extraordinariamente expansivas. Tenemos que hacer este año el ajuste que compense los excesos del año anterior, eso es necesario de realizar, si no la economía va a pagar consecuencias peores en términos de inflación, que se hace no solo más alta, sino que más duradera. El peligro no es llegar al diez por ciento de inflación, es quedarnos pegados ahí.

El Informe también habla de que este año se reducen las expectativas de crecimiento...

Lo que pasa es que el año pasado tuvimos un crecimiento extraordinario, una expansión fuertísima que vino de la mano de este extraordinario crecimiento de consumo por el IFE, los retiros, etc. Ahora toca pagar la cuenta. La economía tiene cierta capacidad de producción y no podemos seguir con actividad por sobre su potencial, y eso pasa este año, tenemos que ajustarnos y por eso el crecimiento va a ser reducido e incluso hacia finales de año, si pensamos en trimestres, tendremos crecimientos negativos, porque se va a estar ajustando a lo que es su capacidad. No podemos exigirle que siga produciendo por sobre su capacidad porque los costos son inflación, desequilibrios externos y a la larga un ajuste peor. Debemos entender el 2022 y parte del 2023 como años de ajuste o compensación de los excesos cometidos el 2021.

¿Podemos pensar en una recesión el próximo año?

En este momento, las proyecciones son relativamente pesimistas para el 2023, pero creo que puede haber un lado favorable si se dan dos cosas: que logremos controlar la inflación y estamos con una economía más estabilizada, y que la situación política también logre estabilizarse o eliminar incertidumbres, y el asunto constitucional termine bien, con una Constitución que nos represente ampliamente, etc. Eso podría generar las bases para que 2023 sea un año favorable. Lamentablemente, es difícil pronosticar ello porque vemos aún mucha turbulencia en ambos niveles.

Además de las alzas en precios de cereales o recursos energéticos, ¿qué otros efectos a mediano o largo plazo puede tener la guerra en Ucrania?

Lo que hemos visto es un agravamiento de alzas de precios de energía y alimento producto de la guerra, pero hacia adelante puede haber otros efectos. Por el lado financiero, de repente nos podemos ver hasta favorecidos, en el sentido de que Europa del Este, como una región del mundo con economías emergentes, se encuentra sometida a una situación de guerra o con riesgos de conflictos. Así aparecen con mayor atractivo otras regiones similares, incluyendo Latinoamérica, y se ha visto cierto flujo de capital en esta dirección.

Pero, en general, deberíamos pensar que la guerra generará efectos negativos en la economía global, y que tranque más el comercio y traiga tasas de crecimiento global más reducidas, por lo que Chile, siendo una economía abierta al mundo, se va a ver afectado al tener menos posibilidades de vender sus productos o se venderán a menores precios. En realidad, son muchas las interrogantes. No podemos afirmar cómo vamos a salir de esta situación, puede que sea con un sistema multilateral fortalecido y con un fuerte respaldo a Naciones Unidas y a la idea de que no se puede usar la violencia y la guerra para solucionar conflictos, y las últimas declaraciones de los líderes chinos en ese respecto son esperanzadoras.