Este año, en su segunda versión, el jurado del Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet recibió más de 700 obras provenientes de escritoras de Argentina, Uruguay y Chile. Por decisión del jurado, el 3er lugar se entregó a la escritora trans Felicia Cares. Se titula El amor de mis padres.
Felicia es funcionaria del Departamento de Acceso Inclusivo, Equidad y Permanencia (PAIEP) y se desempeña como encargada de Mediación Cultural y Vinculación con el Medio de la Universidad de Santiago (USACH). Además, es egresada de la U. de Chile, específicamente de la carrera de Teoría e Historia del Arte. Explica que los libros y la lectura han sido parte de su vida desde muy temprana edad. En la siguiente entrevista, la escritora profundiza sobre su relación con la literatura a lo largo de su vida.
Dice que siempre está escribiendo cuentos, tratando de desarrollar ideas. “Tengo un proyecto de novela que empecé a escribir hace un tiempo y que ha ido cada vez tomando más forma, la voy retomando cada cierto tiempo”. También algo que le gusta mucho, a propósito de su relación con la filosofía, es escribir ensayos, “es algo que practico y me gusta mucho”, afirma.
- ¿Cuáles fueron tus libros favoritos de infancia y cómo es que llegas a la escritura?
Yo viví con una familia muy religiosa, testigos de Jehová. Entré al mundo de la lectura desde muy pequeña, con 5 o 6 años, leyendo principalmente la Biblia y los libros que editaban los testigos de Jehová. Son unos libros muy fantasiosos, tienen dibujitos. Soy muy fan del género del terror.
Por ejemplo, en los libros del Apocalipsis había unas bestias de siete cabezas, dragones, demonios... Yo quedé fascinada con esos mundos de la Biblia, que me parecían muy oscuros y a la vez siniestros. Desde ahí me entusiasmé por empezar a leer. Mis primeros acercamientos fueron los relatos bíblicos.
- ¿Qué te motivó a escribir el cuento ganador de esta versión y de qué trata?
El cuento se llama El amor de mis padres y de alguna manera está influenciado por la vida que tuve dentro de los testigos de Jehová, que es muy sectaria. Obviamente es una versión muy macabra, sádica y perversa. El cuento va de una hija que vive en una familia en la que los papás, “por amor”, no los dejan salir al exterior ni educarse en colegios. Ellos se encargan de su educación y esta hija va contando cómo son los días de la semana en la casa.
- ¿Cómo es que pasas de la lectura a la escritura?
Eso yo creo que vino más en el colegio. Tuve una profesora a quien recuerdo con mucho cariño que me introdujo el amor por la literatura, y con ella conocí a muchos autores y autoras. Desde ahí me fasciné por los contenidos de las historias. Siempre me gustó mucho la literatura argentina, Cortázar, Abelardo Castillo, Liliana Hacker…
Me interesaba cómo hacían estos giros en los cuentos, cómo te iban llevando hacia un lugar y de repente te encuentras en otro, sin saber cómo. Después, por otro lado ya, saliéndome un poco de la narrativa y yendo más hacia la poesía, quedé muy fascinada con Alejandra Pizarnik, su obsesión por el lenguaje, el tema de las palabras, los significados, como la poesía tuerce el significado de ciertas palabras. Eso también me llevó a querer también escribir.
- ¿Escribes en otros registros también?
Escribo en otros registros y de hecho el viernes me llegó otro correo que decía que saqué una mención honrosa en el Concurso de poesía Stella Corvalán, del Centro Cultural de la Municipalidad de Talca. Nunca había formalizado un poemario. En julio del año pasado me hice la vaginoplastía y en esos dos meses de postoperatorio escribí el cuento con el que obtuve el tercer lugar ahora.
También escribí muchas reflexiones con respecto a qué me pasaba con esta cirugía donde cambiaba mi cuerpo, mi sexo y obviamente la relación con mis papás, que se ha quebrado. Y también el tema religioso me ronda mucho, entonces es un poemario que tiene que ver con mi cuerpo, la relación con lo religioso, el cuerpo, con mis padres.
- ¿Qué sabías de Marta Brunet?
De Marta Brunet había leído un par de cuentos. En general me fascino cuando encuentro algún relato a propósito de que me gusta mucho el género del terror, por los inicios medios bíblicos. Y recuerdo algunos relatos que tienen una cosa media oscura y que también me parece interesante que esté escrito desde la figura femenina.
Conozco a Marta Brunet cuentista muy poco en realidad, pero sí, la había escuchado de nombre en el colegio. De hecho, cuando me llegó la noticia, empecé a buscar la obra completa de Marta Brunet y ahora descargué en el Kindle novelas, porque dije: "Ahora tengo que leer las novelas, no me puedo quedar solo con los cuentos”.
- ¿Qué te ha parecido lo que has leído hasta ahora?
Me gusta el desde dónde lo hace, me interesan también estas figuras que pertenecen a cierto lugar y rompen con ese lugar de manera concreta, física, pero también desde la escritura, eso me parece súper interesante.
Me gusta acercarme a alguien que rompe con su clase, como Teresa Wilms Montt, que también venía de un lugar y termina con la escritura siendo algo disruptivo.
Me gustan esas energías disruptivas que tienen y me parece que la mujer es un lugar que rompe. Tiene que estar rompiendo todo el tiempo las cadenas con las que está atada, es un lugar de mucha creación.
- Pero, ¿qué hay de este imaginario literario que estás construyendo asociado a tu paso por la universidad? ¿Cómo se vincula la escritura con esa etapa?
Sí, se vincula un montón desde mi carrera de Teoría e Historia del Arte, que podrían ser dos cosas: una es la inspiración o lo que te evoca la imagen cuando uno ve obras de arte, pintura, escultura, dibujo, películas, etcétera.
También Teoría del Arte tiene filosofía y creo que es algo de lo que he hecho harto últimamente, porque el año pasado terminé un magíster en filosofía, y es justamente ver en la narrativa un espacio para filosofar, no solamente el crear otros mundos, sino también qué posibilidades me da para seguir pensando a partir de esos personajes, a partir de esos espacios.
Son preguntas que traen filósofas, filósofos de otros lados. Si uno se pone en un escenario: ¿Qué pasa con ese pensamiento? ¿Cómo se desarrolla? ¿Qué cosas se pueden ver?
- ¿Cómo es que te vuelcas a la escritura? ¿Qué espacio tiene en tu rutina?
Anoto ideas. "Un artista, en el fondo, es una persona que anda plagiando frases". Entonces, escucho una frase y si me detona algo, la escribo. Pero, ¿de sentarme a escribir? Yo creo que me cuesta, me falta tiempo.
Cuando voy caminando en la calle, voy desarrollando ideas, me voy imaginando qué pasa con cierto escenario, con cierto personaje y de ahí voy concretando muy poco a poco, también es un trabajo muy lento.
Eso se llama florilegio. Es una construcción, un vocablo de la literatura medieval, que justamente es esta idea de espigar, de encontrar cosas que te sirven en los demás.
- ¿Qué particularidades en la escritura tiene posicionarse desde lo trans?
Los ensayos que he escrito últimamente que están en la revista Barbarie tienen que ver con reflexiones sobre mi propio tránsito, qué me ha pasado socialmente, qué le ha pasado a mi cuerpo. A propósito de eso, estoy terminando mi tesis. Ahí estoy tratando de elaborar la idea del cuerpo propio y el cuerpo ajeno.
Cuando la mujer tiene su propio cuerpo, no es un cuerpo ajeno y lo pienso a propósito de un filósofo francés que es Jean-Luc Nancy, que en los años 90 escribió un libro muy bonito que se llama El intruso, en donde él, después de que le hacen un trasplante de corazón escribe estas reflexiones: "¿Quién soy yo ahora? Porque sigo siendo un hombre francés que lleva el corazón de una mujer veinteañera”.
Entonces, si finalmente el cuerpo es la suma de los órganos, ¿dónde está el cuerpo? En el fondo, ¿qué es lo que lo conforma? Mis intereses dentro de la escritura tienen que ver con el cuerpo. ¿Qué pasa con el cuerpo? Y ahí creo que también está esa energía cuerpo texto, que también uno va experimentando con el texto mismo. Así como he ido experimentando con mi cuerpo.
- ¿Crees que falta algún punto que poner que es importante?
Sí, me acuerdo de una pregunta: ¿Por qué crees que es importante potenciar espacios que promuevan la cultura en nuestro país? Estaba pensando el otro día conversando con un amigo, a propósito de estas estadísticas de Chile, tenemos pésima comprensión lectora. No sabemos leer.
Creo que hay que promover espacios en los que uno pueda pensar. Leer es un medio para poder pensar y creo que eso es algo que se puede promover desde la cultura. Todos los tipos de arte, la pintura, el cine, la escritura, la danza, el teatro, son todas formas de pensar. Desde mi área de mediación cultural en la USACH, soy muy abanderada de llevar a los chiquillos y las chiquillas a obras, porque creo que es lo que nos humaniza, hacer arte, ver arte.