Aunque existen avances nacionales en la participación de mujeres en la academia, persisten barreras estructurales que dificultan tanto su acceso como su permanencia en la carrera científica. Así lo asegura la Política de Igualdad de Género en Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, visibilizando las dificultades en el trabajo científico de mujeres, tales como exigencias de productividad, sobrecarga en labores de gestión y disonancia entre las exigencias de la trayectoria académica y las experiencias vitales, como los trabajos y labores vinculados al cuidado. Estas condiciones impactan en la disminución progresiva del avance de las mujeres en sus carreras académicas, así como también generan la presencia de brechas en el desarrollo de su productividad.
Buscando enfrentar esta problemática, la Universidad de Chile, en colaboración de las universidades Bernardo O’Higgins (UBO) y Arturo Prat (UNAP), creó un documento que entrega herramientas y ejemplos prácticos para integrar el enfoque de género en la creación de conocimientos, apuntando, a su vez, a la inclusión de todas las personas en los procesos investigativos. El escrito fue realizado conjuntamente por los equipos de los proyectos InES Género de las tres instituciones. En el caso de la Universidad de Chile, la participación se realizó a través de las profesionales Ninoska Araya, Antonia Reyes, Gabriela Bawarshi y Patricia Retamal.
Al respecto, desde el equipo UCHILE, Ninoska Araya y Antonia Reyes señalaron que la guía “es un instrumento clave porque visibiliza las desigualdades estructurales de género en la investigación y entrega herramientas prácticas para enfrentarlas. Permite problematizar cómo se producen y reproducen sesgos en la producción de conocimiento, y propone criterios para repensar los marcos teóricos, metodológicos y analíticos de los estudios”.
Además, agregaron que el impacto positivo del manual en la comunidad universitaria se debe a que “integrar criterios de género en las decisiones cotidianas, y cómo pueden influenciar las dinámicas en los equipos de trabajo y en el proceso de investigación, impulsa un cambio cultural decisivo en el desarrollo académico universitario. Esto no solo fortalece la calidad y pertinencia de estudios y proyectos, sino que permite diversificar perspectivas y reconocer talentos y aptitudes más allá de los sesgos tradicionales, ampliando las oportunidades de participación y representación académica en la producción de conocimientos”.
Herramientas y estrategias
Dentro de las recomendaciones que ofrece el documento se encuentran diversas estrategias y herramientas aplicables a las distintas etapas de los procesos investigativos. La guía posiciona el enfoque de la interseccionalidad como un elemento clave para comprender una investigación desde múltiples dimensiones sociales, las cuales se vinculan, generando diferencias y desigualdades. A su vez, posiciona los enfoques inter y transdisciplinarios, ampliando la observación y producción de conocimiento.
En las etapas investigativas, la guía propone la incorporación del enfoque de género en el marco teórico, pues invita a reflexionar respecto a quiénes son las autorías que han propuesto los lineamientos a utilizar y cómo su experiencia, influye en la construcción del conocimiento. Esto, a su vez, invita a la revisión crítica de los propios supuestos y sesgos presentes en los procesos investigativos, ampliando las perspectivas del fenómeno estudiado.
En cuanto al diseño metodológico e interpretación de resultados, el texto destaca que tanto los métodos cualitativos, cuantitativos, mixtos y experimentales pueden ser útiles en la investigación con enfoque de género. Para ello, es fundamental que consideren aspectos como la variable género y/o sexo, para así no asumir que el término hombre es sinónimo de humanidad; evaluar posibles impactos diferenciados en consideración a estas variables; identificar si existen desigualdades; reflexionar y potenciar la utilización de estudios realizados por mujeres; problematizar sobre como las variables biológicas del sexo influyen en la muestra y resultados; y la reflexión sobre los posibles sesgos y reproducción estereotipos sociales y de género en el uso del lenguaje; entre otros.
Para la etapa de difusión y publicación, la guía sugiere la utilización de lenguaje inclusivo para asegurar que dichos resultados sean accesibles y respetuosos hacia todas las personas involucradas. Desarrollar estrategias de comunicación con enfoque de género, puede evitar el refuerzo de estereotipos y prejuicios que generan discriminación sistemática.
Respecto a estos elementos, el equipo InES Género UCHILE señaló que “estimular la investigación con enfoque de género es clave porque mejora la calidad y validez del conocimiento científico, corrigiendo sesgos históricos y visibilizando realidades excluidas. Es importante distinguir entre los estudios de género, como campo que analiza desigualdades y relaciones de poder, y la incorporación del enfoque de género en la investigación, que aplica esta mirada crítica de forma transversal en cualquier disciplina. Confundir ambos limita su potencial transformador: no se trata solo de abrir espacio a un campo académico, sino de revisar todos los procesos investigativos para que la ciencia represente mejor la diversidad de experiencias y necesidades sociales”.
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