Saludo a la mujer educadora

Santiago 8 de Marzo de 2006

En el Día de la Mujer, cuando al menos en un acto de formalidad, convertido en un rito anual reconocemos lo importante que ellas son como parte vital de nuestra sociedad, saludemos con especial afecto a la mujer educadora. La incorporación del niño a la vida en sociedad ha tenido por protagonista a lo largo de los años a muchas mujeres educadoras. Rescatando de la esencia de su espíritu maternal la convicción y la entrega para formar a nuevas generaciones, ha sido ella la segunda madre que en muchos de nosotros inspiró la profesora primaria o básica, o aquella que guió nuestros primeros pasos en los ramos de especialidad en el Liceo. La mujer educadora que nos enseñó respeto por su condición, e inspiró firmemente en muchos la idea de que igualdad en el trato es un aspecto fundamental, sino el más básico, de una democracia y una sociedad bien constituidas. Mujer que, como toda aquella que busca su realización en el trabajo, enfrenta la doble carga del hogar y la labor diaria, pero que sobrelleva con hidalga decisión para cumplir con una vocación, un espíritu irreductible de llevar fe y pensamiento a los demás. Formando nuevas generaciones, hoy más multitudinariamente que ayer, la mujer se ha volcado al campo educacional en el ansia preclara de proyectar su tarea hacia el futuro. Hoy, cuando el reto que invade al país es el de elevar la calidad de su educación, no debe olvidarse que la mujer cumple en ese campo un rol fundamental que la sociedad debe enfatizar inclaudicablemente.

La mujer universitaria merece también el homenaje sincero en este día. Pocas son las oportunidades para ellas en un ambiente académico que exige mucho, pero que no otorga oportunidades especiales ante la segregación que provoca la intermitencia que dibuja inexorable la responsabilidad maternal. Han sido ellas también víctima de la discriminación, que esperamos esté disminuyendo en el tiempo, y que dejaba a muchas sin la oportunidad de la especialización y el posgrado. El esfuerzo de la mujer académica, investigadora y líder en algún campo disciplinario, es un ejemplo de lo que la dedicación ha de hacer para formar la elites intelectuales del futuro. Un homenaje a ellas, que nos distinguen con su competencia y su compromiso, y que hacen de la universidad el lugar digno que Amanda Labarca adelantara con su talento y su férrea voluntad de educadora y abnegada mujer chilena.

Compartir:
https://uchile.cl/u13545
Copiar