La buena educación

Santiago, 12 de Enero de 2005

Hace un mes atrás más de 1500 personas se reunieron en un local de Santiago para expresar su apoyo a la necesidad de una buena educación para los chilenos. Se trataba de académicos, rectores de instituciones de educación básica, media y universitaria, Premios Nacionales, intelectuales, artistas, representantes de colegios profesionales. Estas personas, provenientes del mundo público y privado manifestaron descontento con lo que Chile está haciendo en educación; dieron a conocer su voluntad de apoyar un programa urgente que remedie los graves problemas de nuestra educación y establecieron la necesidad de una propuesta política sobre la materia. Al acto, convocado por 150 personas, incluyendo a una docena de parlamentarios, también asistieron muchos jóvenes, la mayoría desencantados por el discurso autoreferente del mundo político, y excluyente de los intereses de las familias chilenas.

A pesar de su representatividad, este acto no tuvo ninguna acogida real en el mundo de los partidos y de las autoridades políticas en general. Ningún candidato o precandidato (a) presidencial parece haberse interesado por el tema; más de lo mismo parece ser un camino más fácil y posible de pavimentar con buenas intenciones. Quienes participaron en el acto se han comprometido, sin embargo, a seguir insistiendo, hasta lograr que algunas ideas y propuestas sobre tan importante materia se promuevan y acojan por parte del mundo político. Y es que sin una educación de calidad, el país se precipita a un desastre continuo en materia productiva, distributiva y social, haciendo posible no sólo nuestra segunda frustración histórica sino también nuestro continuo triunfo en medio de la miseria de los más.

Es posible que para muchos esto de la "buena educación" no sea sino una aspiración demasiado costosa y posiblemente innecesaria, en un país que lo ha hecho bien con su estrategia basada en mano de obra barata. Pero el mundo parece enseñar una cosa distinta, y bueno seria reflexionar sobre el problema, más allá de nuestra frontera ideológica o valórica, para descubrir que las oportunidades pueden sólo abrirse en base a la buena educación. Buena educación es, por lo demás. No solo formación para el desempeño productivo, sino formación integral en lo ciudadano y lo valórico, aspectos ambos en los cuales nuestras falencias han pasado a ser evidentes.

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