Resultados lamentables

Santiago, 20 de Octubre de 2003

Los acontecimientos de los últimos días, que giraron en torno a las acusaciones formuladas a algunos políticos sobre conductas desviadas, constituyen una vergüenza para el país. Puso de manifiesto la ligereza de muchos políticos que, en el afán de lanzar denuncias y acusaciones, no meditan sobre el alcance de las mismas y los efectos que, en lo más profundo, infieren a la democracia como sistema. Muchos otros políticos se sumaron a las escandalosas acusaciones originales sólo con el claro propósito de convertirlo en un capital electoral aprovechando las oportunidades comunicación ales así generadas. Las reacciones no se hicieron esperar, retrucando con fiereza y estableciéndose que todo se ha derivado de una maquinación, de un montaje urdido con fines político-electorales. En medio del mar de acusaciones cruzadas, se dejará a una lenta justicia el sentar la verdad y castigar a los culpables, a menos que existan perdones o simples cambios de estrategia por lado y lado.

Por cierto que la principal perjudicada en todo esto es la clase política, por su percibida exposición en materias de impacto medial, pero que reflejan un cierto abandono de la labor creadora de políticas y leyes útiles para el país. Se suma a esto la predisposición de nuestros parlamentarios a legislar en forma "acelerada" sobre aquellos temas contingentes que aparecen posicionados por los medios de comunicación. La ciudadanía observa consternada como ocurren todas estas exhibiciones de poder comunicacional, mientras los problemas de fondo del país continúan esperando, las más de las veces pospuestos por falta de interés de los propios políticos. La ciudadanía aprende entonces que la única forma de lograr atraer el interés hacia sus problemas reales es convirtiendo a los mismos en temas noticiosos, con al menos algún impacto medial visible. Con ello se distorsiona el sentido último de la política pública, en cuanto al sentido de atender prioridades en el contexto del desarrollo nacional. Un resultado lamentable de todos estos desarrollos, es que crece la desconfianza hacia quienes tienen la responsabilidad de centrar su actividad en el bien común. Así, resulta cruel constatar que el problema de los niños explotados, abusados sexualmente, marginados de nuestra sociedad los más de ellos, sean el centro que origina una noticia, pero no la razón del debate que ha de seguir para entregarles una solución que su terrible situación amerita.

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