Unos y otros

Santiago, 3 de septiembre de 2003

Se han venido cruzando acusaciones de todo tipo por parte de sectores nacionales, cuya principal implicancia será la de mantener al país evocando en forma irrevocable las pasiones del pasado, las cuales condujeron al término de la democracia y a la destrucción de la institucionalidad. Unos, señalan que su acción adelantó la de otros, que se habría destinado igualmente a eliminar los mecanismos democráticos, junto con todos quienes no concordaran con los impulsos que caracterizaban al gobierno vigente en 1973. Otros, indican que el camino cursado en esos años se iba a corregir por una llamada a plebiscito, y que los enconos se habrían encendido por parte de quienes querían defender sus posiciones de poder. Unos y otros, sin embargo, no han sido capaces de explicar a las nuevas generaciones las razones del fracaso de la clase política para poder llevar las cosas a una resolución dentro de los márgenes del sistema democrático. Unos y otros no han podido justificar de ningún modo el alcance del quiebre de la democracia y la cantidad de innumerables crímenes que en su nombre se siguieron cometiendo. Unos y otros no pueden aún justificar ante nuestros jóvenes y niños, las acciones impulsadas y la previsión de escenarios posiblemente reales, pero no necesariamente factuales, que dieron paso al enfrentamiento brutal entre bloques irreconciliables. Unos y otros no ocultan ante nuestra juventud la vergüenza por un enfrentamiento que ha dejado heridas que aparentemente los mismos protagonistas se esfuerzan por nunca dejar cicatrizar. Unos y otros, después de años de retorno a la democracia y de muchos discursos y ponencias a favor del reencuentro, la verdad y la reconciliación, vuelven hoy día a encender los ánimos en un verdadero carnaval de declaraciones que reviven el crudo pasado en toda su intensidad. Unos y otros no han podido hacer justicia a la historia no quieren poner sum mirada en el futuro y no permiten que la experiencia otorgue paso a un futuro que debe construirse no para los protagonistas del pasado, sino para los actores del mañana; nuestros niños y jóvenes.

Quizás nuestros políticos deban razonar con mayor profundidad sobre lo que esta ocurriendo. Quizás deban reconocer que Chile necesita una muestra de verdad honesta, un verdadero intento por hacer justicia y un ánimo franco para establecer la reconciliación para así no seguir sumergiéndonos en las sombras de un pasado amenazante y destructor.

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