Impacto de una mala distribución

Santiago, 23 de julio de 2003

La información sobre resultados socio-económicos chilenos que se ha conocido hace algunos días llama a una profunda reflexión. Se puede afirmar que en la última década ningún cambio significativo ha ocurrido en materia de distribución del ingreso. Más aún, los datos revelan que ha predominado la disminución de la participación de los mas pobres en el ingreso total. Es decir, a pesar de haber disminuido el nivel de pobreza y mantenerse este indicador en una medida comparable favorablemente, la brecha social ha aumentado, encendiendo con ello luces de advertencia en todo terreno. No cabe duda que los beneficios del crecimiento no se han visto reflejados en los más pobres al menos comparativamente al resto de la población. Esto no sería notablemente grave si es que no fuese también Chile un país que muestra una de las peores distribuciones del ingreso en el mundo, a pesar de sus exitosos resultados económicos. La deteriorada situación distributiva tiene implicancia principal, como asimismo un factor explicativo clave. La implicancia tiene que ver con el inestable panorama social y político que esa situación presagia, lo cual no permite construir un medio ambiente para la inversión. En efecto, el deterioro distributivo presagia inestabilidad, así acrecentando el riesgo de los proyectos y acercando demasiado los plazos para la óptima evaluación de los mismos. Como la inversión es un determinante esencial del crecimiento, es fácil deducir que la propia capacidad de expansión de la economía se podrá ver cuestionada en materia de unos pocos años. El factor explicativo clave tiene que ver con la baja productividad del trabajo comparativamente entre grupos socio económicos y a nivel internacional.

La productividad es el factor que explica los ingresos laborales, a su vez componente fundamental del ingreso de los mas pobres, además de los subsidios estatales. Ofrecer mayor cantidad de educación, usualmente sin comprometer mayor calidad de la misma, constituye un obstáculo más bien que una ayuda para superar los problemas distributivos presentes.

No existe una solución inmediata para la situación distributiva observada, a su vez un factor crucial para la madurez plena de nuestra economía.

Avanzar en esa dirección supone entregar educación de mejor calidad y señalar, con ello, el movimiento de nuestra sociedad hacia el objetivo de equidad. Son metas a cumplir en el futuro, con escaso crédito político en corto plazo pero indispensables para consolidar el sueño del desarrollo.

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