Corregir para el Futuro
Santiago, 30 de abril de 2003
El otorgamiento de sobresueldos en distintas instituciones y niveles de la administración pública parece constituir una antigua práctica. Incide en esto una posible inadecuada relación entre la situación del mercado y aquella prevaleciente en el sector público y su estricta escala de remuneraciones. Es más o menos evidente que este tema no ha sido abordado en su fondo, evaluando la situación presente y estableciendo correcciones en la estructura de la escala y en los niveles de remuneraciones que se le asocian. De esta manera prevalece una práctica totalmente irregular que recurre a una serie de subterfugios y procedimientos que no hacen más que empañar el sentido y responsabilidad que envuelve la función pública. No parece adecuado que los mejores funcionarios y profesionales de la administración pública puedan estar sujetos a la posibilidad de marcharse al sector privado. Esto desincentiva la calidad de trabajo público y deteriora el importante rol que debe cumplir la función pública en nuestra sociedad. Pero tampoco es posible mantener sistemas de discutible validez ética y profundamente distorsionadotes del sistema de remuneraciones. Por ello es importante corregir y reconocer que esta práctica, que algunos aseguran data desde los años treinta, desfavorece la buena organización del sistema público.
Asimismo, es fundamental establecer que, de no mediar correcciones realistas y profundas, ello impactará en el mayor y continuo deterioro de la función pública, así ejerciendo muy negativos efectos sobre el importante rol que debe cumplir en el desarrollo nacional. Esta materia debe establecerse como una prioridad en la agenda de la reforma del Estado, puesto que aquí radica la necesidad de un cambio fundamental para mejorar la eficiencia del sector público. En nuestro país debe valorarse en forma efectiva la función pública, y para ello debe procurarse la mejor organización y procurar las condiciones para su más óptimo desempeño.. El proyecto de desarrollo que anima a nuestro país, y que no debe dejarse de lado, requiere enfrentar seriamente el diseño de una administración pública eficiente y donde exista debido reconocimiento al valor social que envuelve su adecuado desempeño.