Marchando al Pasado

Santiago, 16 de abril de 2003

El país está sufriendo, en gran medida, la falta de una efectiva reforma del Estado, y de pasos decisivos que se prometieron pero que nunca se dieron. Siempre se declaró que aquella constituía una prioridad, respecto de la cual se sucedieron comisiones y grupos de estudios, recomendaciones y discusiones, que quedaron en tinta y palabras mayoritariamente inútiles. El hecho es que años más tarde, sigue prevaleciendo un enorme desorden, hace décadas la manera de pagar a ciertos funcionarios, donde la práctica de otorgar sobresueldos por ejemplo, constituye hace décadas la manera de pagar a ciertos funcionarios, y donde los mecanismos de control de gestión son débiles y apegados a una normativa que ya no se corresponde, en mucha medida, con los tiempos. Autoridad que quiera efectivamente fiscalizar, muchas veces no cuenta ni siquiera con los instrumentos para poder hacerlo. No ha existido el ánimo de ordenar ni tampoco el de crear mecanismos para fiscalizar de manera positiva y efectiva. Es ese el escenario donde se dan hoy en día acusaciones y procesos que tienen al país al borde de un verdadero colapso institucional, y donde todavía no ha existido un reconocimiento explícito acerca de las condiciones que han generado el escenario que vivimos. Parece al menos urgente que las reformas en materia administrativa y concerniente a la ética del servicio público avance con decisión, para que no quede solamente en un conjunto de nuevas declaraciones y acuerdos, que per se no constituyen una salida visible para el país.

Se ha hablado tanto del sueño del desarrollo para Chile. Se ha ejemplificado tanto respecto de las fallas que hundieron este sueño en los albores del siglo pasado. Se ha dicho mil veces que el país requiere aunar fuerzas para aprovechar las oportunidades existentes en el mundo, para no dejarnos arrollar por una globalización que representa también serias amenazas. Todo ello se ha dicho, y todo discurso contempla una mención a la oportunidad que Chile tiene. Pero lo que está pasando hoy día ha disminuido la factibilidad de ese sueño en forma decisiva, restando credibilidad a un país que se ha esforzado mucho para adquirirla. Un país que camina siempre hacia el encuentro de su pasado no es país que cree la cultura de mirar siempre al futuro, ni uno que pueda legar en resultados el esfuerzo de sus hijos.

Compartir:
https://uchile.cl/u5668
Copiar