Unidad Nacional

Santiago, 09 de abril de 2003

¡Se acabó el cuoteo. Ahora nombraremos sólo a los mejores a los mejores! Fue esta la decidora afirmación del Ministro de Hacienda comentando la nominación Presidencial para el Directorio del Banco Central. Una lectura estrecha de este comentario ministerial puede resultar injusta con todos quienes ocupan cargos de confianza. Una lectura más amplia, sin embargo, reconoce que se ha llegado a una etapa distinta que requiere un sentido de unidad nacional por encima del cuoteo partidista. El país se encuentra remecido por un conjunto de denuncias y procesos sobre lo que parece por otra parte, constituir prácticas muy antiguas. Pero lo mismo, sumado a los eventos que afectaron a Banco Central y a la CORFO, como a diversas otras instituciones ha puesto en cuestión el funcionamiento del país, la credibilidad en sus instituciones y la efectividad de su gobierno. Un problema real, que afecta a esta administración y a cualquiera otra en el futuro: se trata de una lesión grave al país, con signos desvatadores sobre nuestras perspectivas de desarrollo. Sumado a nuestros serios problemas estructurales, el país podría entrar en una fase de sucesivos devaneos políticos, marcados por inestabilidad y frustración sistemática en lo económico. La señal que hemos recibido es, por el contrario, de un necesario reencuentro nacional para mirar hacia el futuro. El nombramiento de Corbo simboliza, ni más ni menos, el inicio de una etapa destinada a fortalecer las instituciones claves para el mejor funcionamiento del país.

Vittorio Corbo no sólo es un gran economista. Se trata de un ser humano de extraordinarias proporciones y con un gran sentido político en la conducción de instituciones. Es la garantía para un Banco Central independiente, en cuyas decisiones primen los aspectos técnicos y se transparenten los juicios políticos. Su experiencia al haber trabajado en muchos países refleja un cúmulo de experiencias de gran relevancia para cuidar lo que Chile ha logrado en materia económica, y para avanzar lo que falta en lo social. Tenemos todos que esperar que este cambio, verdadero símbolo de unidad nacional para dar lo mejor del país, sea también un augurio sobre formas mejores de conducir los asuntos públicos y de terminar con los marcos partidistas estrechos que de alguna manera no se corresponden con el ánimo de un desarrollo de Chile.

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