Los Retos de la Educación

Santiago, 26 de febrero de 2003

Ya no cabe duda sobre el rol preponderante que adquiere el desarrollo de los recursos humanos para lograr metas económicas y sociales sustantivas, además de sostenibles en el largo plazo. Es bueno recordar este importante hecho, cuando ya estamos a pocos días de iniciar el año escolar. Y el recordatorio es importante, puesto que una sociedad en desarrollo, que tiene aspiraciones serias a las puertas de la llamada sociedad del conocimiento, no puede menos que preocuparse centralmente de su proceso educativo y, en general, de la formación de recursos humanos. Ello implica que no habrá que conformarse con los resultados formales en términos de cobertura escolar, cumplimiento de metas cuantitativas, logros observables como calificaciones o mero cumplimiento de programas y planes. Contrariamente, habrá que poner cada vez, mayor énfasis en calidad, y a desenvolverse en el contexto de no estar nunca conformes con lo alcanzado, ya que el terreno que tenemos que ganar respecto del mundo (al menos del mundo que nos importa en la sociedad del conocimiento) es infinitamente mayor. Por ello, el esfuerzo que se demanda a nuestro mundo escolar formal es enorme, y muchas veces nos estamos conformando con respuestas superficiales respecto del cumplimiento de metas formales que no pueden sustituir lo más crucial para la realidad social y económica que nos proponemos construir.

Chile aspira a ser un país desarrollado, entendido este concepto de un modo integral. Para ello tenemos que tener crecimiento suficiente, de modo de permitirnos ingresar al mundo de los "ingresos per capita mayores". Asimismo, debemos acceder a una mejor distribución del ingreso, de modo que ello aliviane el pesado obstáculo que interpone la tensión social y política derivada de las insatisfacciones sociales y la falta de oportunidades reales. Similarmente, hay que escalar hacia una sociedad en que predomine una cultura de país desarrollado, implicando el respeto por lo demás, por el medio ambiente y por la inteligencia, la cual debe propiciarse como un valor social. La educación permite acceder a estas tres grandes condicionantes que impone el reto del desarrollo, y es por ello que la atención a la calidad y a su efectiva práctica a todo nivel social, corresponde en gran medida a un rol del Estado, que debe así garantizar los objetivos sociales profundos que la formación del recurso humano conlleva.

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