Inequidad Educacional

Santiago, 15 enero de 2003

Los recientes resultados de la P.A.A. vuelven a mostrar una brutal desigualdad de calidad entre la educación pública (municipalizada) y la privada. En el caso de la primera, un estudiante tiene 30% de posibilidades de poder postular a una universidad tradicional; posteriormente se demuestra por su posibilidad de efectivamente acceder a una de esta universidades, no va mas allá de 20%. Por el contrario, quienes han egresado de colegios particulares pagados tienen una probabilidad de más de un 80 % de finalmente poder postular a una universidad tradicional. Prevalece esta tremenda desigualdad que, efectivamente, se vincula a factores socioeconómicos que la escuela no ha sido capaz de aminorar. Incide aquí también una significativa diferencia en calidad, que tiene que ver con los insumos escolares y con los aspectos que construyen la motivación que subyace a los resultados académicos.

La reforma en marcha no es un instrumento diseñado para atacar la desigualdad en calidad que prevalece, dado que los nuevos diseños curriculares se aplican a todos por igual. Un intento por superar definitivamente la desigualdad que se observa entre colegio s públicos y privados tiene que ver con tres factores de importancia. El primero es la gestión, que tiene que ver con la organización y administración de un sistema diseñado para estimular y desarrollar calidad académica. En este aspecto, resulta vital que se revise el actual esquema de municipalización de la educación y los incentivos que están asociados al mismo. El segundo factor se refiere a la calidad de los insumos, y a lo urgente que es poder llevar adelante un programa de inversión en las escuelas públicas que se dirija a mejorar la infraestructura docente, los sistemas de apoyo, la capacitación de profesores. El tercer factor tiene que ver con la necesidad de potenciar una entrega curricular reforzada por medio de innovaciones metodológicas que permitan el progreso relativamente más rápido de niños en situación de desmedro social. El país necesita enfocar en forma proactiva su inversión en el recurso humano, único elemento que puede combinar con efectividad el progreso económico con el indispensable progreso en materia social. De otro modo, significa condenarnos para siempre a observar una extrema desigualdad económica, paralizante de todo proyecto para crecer.

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