No al Derrotismo

Santiago, 04 de Diciembre de 2002

Alguien indicó hace poco en un periódico de Santiago, que los chilenos tenemos una serie de defectos que limitan grandemente la posibilidad de una inserción exitosa en el mundo. Un tanto arrogantes, poco tolerantes a la crítica y con poca visión sobre el mundo de hoy, están entre aquellos defectos que el columnista indicaba. Ciertamente, se trata de una crítica siempre fácil de hacer desde fuera del país, en contacto con otra realidad, o desde la cómoda posición de un académico en una Universidad de país desarrollado. Mucho menos factible en nuestro medio, que a esos defectos adiciona un poco tradicional desapego sobre el cambio cultural que debe inducir una mejor diseñada educación. Se trata de aspectos muy cruciales de nuestra personalidad como país, que de un derrotismo a ultranza pasa en forma inusitada a un triunfalismo que ciega la visión realista. Nos cuesta movernos en el mundo real, donde priman las dificultades para alcanzar lo que se ansía, y donde existir más bien una gran persistencia y convencimiento antes que nuestro bien connotado ánimo de otorgar definiciones a priori, sean éstas buenas o malas.

Quizás como reflejo de esta actitud nacional empieza a cundir la idea que "los tratos comerciales no parecen tan convenientes". Se dice por ello, como definición a priori, que no habría que suscribir aquellos anunciados, o al menos aquellos que caen dentro de la categoría de "inconveniencia". Todos sabemos que el éxito de estos acuerdos requieren esfuerzo, estudio, pero por sobre todo, una clara dicisión y vocación de tomar riesgos para obtener resultados positivos. Sabemos que en muchos países industriales domina el proteccionismo y se tiende a observar un extremo grado de conservadurismo en la concepción de la integración que se practica. Pero Chile tiene mucho que ganar en estos tratados, especialmente por la imagen que por esa vía se proyecta al mundo, y que nos pone en la categoría de país creíble, de país con oportunidades y ventajas. El resto es, naturalmente, trabajo decidido, convencimiento de nuestro sector productivo, y habilidad para negociar, como se ha hecho hasta ahora, con claridad de propósitos a nivel de país. Hay una puerta abierta a la posibilidad de obtener ventajas y resultados positivos para nuestra economía, y esa puerta debe atravesarse para luchar por buenos resultados. ¡Qué no exista el derrotismo a priori en una materia tan importante para nuestro futuro!.

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