Una Crisis en Ciernes

Santiago, 21 de agosto de 2002

Se enciende una nueva luz amarilla en nuestra asolada región latinoamericana. Esta vez se trata de Brasil, cuyas cuentas externas han evolucionado de manera preocupante, así como la evolución del déficit fiscal y su creciente menor credibilidad internacional. La ayuda que ha proporcionado el FMI parece ser más bien un anticipo de los problemas que desatará la inevitable emigración de capitales, y se manifiesta en el empeoramiento de la situación de riesgo del país. Siguiendo a la crisis Argentina, la cual es ya de tipo estructural y en extremo profunda, el caso brasileño resultará un problema absolutamente inescapable para la economía chilena. Los blindajes y demás acciones preventivas que se empleen en Chile, mostrarán mucho menor eficacia debido al tamaño económico de ese país y su profunda influencia en el resto del mundo. Los efectos sobre el comercio exterior chileno, el tipo de cambio y el flujo de capitales no se dejarán esperar, y ello parece estar claramente anunciado por las posturas presidenciales principales.

Los problemas se han venido generando desde hace tiempo y se manifiestan en la enorme deuda que mantiene el sector público. Muchos esfuerzos de ajuste se han llevado a cabo, pero hoy día se propugnan soluciones vistas como más atractivas, a pesar de que su efectividad probablemente llevará al país en su conjunto a una gran desilusión. A la crisis económica le seguirá la crisis política, y muy probablemente Brasil siga el camino que la historia de la región mostró en la mayor parte del siglo XX, llevando a caminos de inestabilidad y mayor pobreza en forma permanente. Chile tiene mucho que hacer para llevar el mensaje de preocupación sobre el impacto en toda la región y su futuro de la crisis que parece avanzar en forma inevitable. Chile también tiene mucho que hacer para reafirmar su voluntad de mantener credibilidad externa, un adecuado equilibrio y un crecimiento aceptable. La vuelta a la situación de economía cerrada, a los desequilibrios que conducen solamente a mayor inflación, menor crecimiento y mayor pobreza, ofrecen caminos conocidos y penosos. Ojalá lo que venga no nos prometa más de lo mismo que sufrimos por años, y se nos diga que efectivamente el camino para crecer con equidad es posible.

Compartir:
https://uchile.cl/u5701
Copiar