Los Culpables de la Violencia

14 de agosto de 2002

Santiago a vuelto a presenciar dramáticas escenas de violencia juvenil -casi diríamos "infantil" -con motivo de las protestas estudiantiles de hace una semana. Sorprende el grado inusitado de desprecio por la integridad de las personas que envolvieron dichos actos, y la destrucción de la propiedad pública y la privada. Las protestas estudiantiles han existido siempre, pero no así el saqueo, el robo, la destrucción alevosa, a la que contribuyeron tanto manifestantes como el lumpen y la delincuencia que se les unió. La respuesta policial frente a estos hechos no es la solución; hace falta preguntarse de dónde derivan tales conductas, lo cual ciertamente va mucho más allá del alza del valor del pasaje. Aquí hay oculto, por un lado, un gran sentimiento de frustración: los jóvenes no ven en nuestra sociedad él camino de oportunidades que, sin embargo, se subraya tanto en los discursos políticos. Observan pobreza, violencia diaria en los lugares donde viven, el delito como una forma "normal" de sobrevivir o, simplemente, de vivir. Están, por otro lado, formados en una cultura de violencia que promueven desenfadadamente los medios de comunicación en toda instancia, y que en la TV encuentra su expresión máxima en la producción nacional y extranjera. Son niños que ven diariamente la violencia en sus propios hogares, en sus colegios, en la plaza de la esquina, en la micro, en fin, en todas partes. Nada más natural para ellos que expresar su violencia contenida, y parte de la sociedad que ellos conciben, ante el menor llamado a ejecutarla. A todo esto, nuestra educación permanece observante, avalórica, con nula formación cívica; se trata sólo de una actividad que renta en la medida en que responde a las pruebas de moda que permiten comparar colegios.

Los culpables somos todos nosotros. Los que nos quejamos al ver en el periódico la calamidad causada. Los que no actuamos a tiempo para construir una educación verdaderamente sólida. Los que creen que este es un tema exclusivamente policial y judicial. Los que utilizan a los jóvenes para promover sus agendas políticas. Los que no han sabido convencer con la verdad y mantienen a nuestra sociedad en el camino definitivo hacia su desintegración.

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