Anselmo Sule

12 de Junio de 2002

La temprana partida de Anselmo Sule duele doblemente: porque se pierde a un amigo sincero, cordial, amplio, consecuente, y porque se va a una parte del Chile que muchos queremos. Efectivamente, Sule representaba al radicalismo de mediados del siglo pasado: el partido de los equilibrios, de los entendimientos posibles, de la construcción de alianzas, del respeto por las instituciones democráticas, del diálogo, de la solidaridad social. El partido más antiguo de Chile, y también el que más significó con las profundas luchas ganadas durante la primera mitad del siglo XX por obtener más justicia social, más oportunidades, buscando una consolidación de la democracia -luego de la frustración del desarrollo de fines de siglo XIX- en brazos de la clase media. Sule defendió los principios básicos de un demócrata y progresista; aunque a veces equivocado, siempre estuvo dispuesto a doblegarse ante la mayoría. Fue factor importante de entendimientos y alianzas constructivas; nunca un militante de la frustración, del encono contra el enemigo, o un actor de palabra soez o altanera. Representó lo mejor de la clase media, de sus aspiraciones y, como fruto neto de la educación pública que fue, trató de poner en alto la idea de un Estado más solidario con el más pobre y más efectivo para proteger la igualdad de oportunidades y condiciones.

Se ha ido un representante de algo que la sociedad chilena busca con empeño: equilibrio, buen juicio, solidaridad, progreso para un futuro de mayor bienestar y no a cualquier costo. Quizás sea por eso que su ausencia se hará notar. Quizás por ello fueron tantos, de todo el espectro político, quienes rindieron su homenaje postrer al líder que ya adorna nuestra historia. Quizás reste ahora formular el deseo sincero y profundo de poder contar con su ejemplo para que muchos otros motiven su vida política en ese afán de construir democracia, lograr entendimientos y basar la vida en el respeto en los demás, para así crear progreso sostenible. Por una sociedad sin odios, sin frustraciones, y por una actividad política que se proyecte verdaderamente en representación del alma nacional. Para entregar a tanto joven humilde como fue Anselmo Sule, la posibilidad real de proyectarse en la vida, dar mucho de sí para los demás, participar efectivamente en una democracia que representa lo mejor de tenemos y que debemos dejar fortalecida a las futuras generaciones.

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