Prioridades del Mensaje

23 de Mayo de 2002

Los anuncios presidenciales del sábado 21 de Mayo parecieron decepcionar a muchos, mientras que otros expresaron verdadera sorpresa por el alcance de los mismos. Se está mirando una misma realidad desde perspectivas diferentes. El Mensaje Presidencial constituye una cuenta sobre la marcha de la Nación, y se consulta como un mecanismo para que todos los sectores se enteren cabalmente de los problemas y éxitos en la conducción del país en todo orden de cosas. Con el tiempo parece que hemos ido derivando en la costumbre de escuchar "anuncios", esperándolos casi como quiméricas soluciones a muchos de los problemas vigentes. Y, por lo mismo, hay muchos que terminan desencantados: "nada se dijo sobre la agricultura.." expresaba un señor Parlamentario, mientras otros agregaban que temas como el financiamiento de la deuda de los hospitales, la situación de los pesqueros ante el Tratado con la UE, los recursos para programas de empleo, las perspectivas económicas para lo que resta del año, etc., habían sido insuficientemente abordados. Es indudable que no pueden abordarse todos los problemas, y es legítimo que el Presidente eligiera tres cuestiones centrales, cuya incidencia será motivo de debate en el Parlamento y en el país. Lo que no puede pedirse es que se aborden al mismo nivel todos los problemas existentes, y que se niegue, en cierta forma, la potestad Presidencial de establecer prioridades. En este mensaje, la prioridad se puso en lo social, la salud y la educación, resultando adecuado ante los ingentes problemas que se han venido ahondando con la situación económica.

La cuestión es, ahora, si la profundidad de las medidas anunciadas será o no lo suficiente para atacar los problemas a fondo, o si más bien existirá un largo devaneo en el Parlamento para avanzar poco en lo dicho. Discusión sobre mecanismos de financiamiento abarcarán largas horas, tal y como respecto de la cobertura y alcances de las medidas sobre financiamiento de la educación superior. Todo, absolutamente todo lo que anhela, sin embargo, depende de retomar efectivamente el potencial de crecimiento que hemos perdido. La verdadera prioridad está, pues, en recuperar la confianza en alentar el gasto y marchar unidos como país serio tras las metas de recuperación.

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