Lecturas Veraniegas

13 de Febrero de 2002

En medio de las vacaciones en que se encuentra Chile, siempre existe inquietud sobre lo que vale la pena leer para complementar la distracción. Se trata de un remedio útil para el espíritu, ya que el descanso no puede convertirse en un factor constructor de inopia intelectual, basada en la vieja creencia de que el estudio y la cultura son aburridas y parte solamente de lo que se hace en las escuelas. Cada vez la gente necesita información para tomar decisiones; esa información se construye en gran parte por medio de la lectura en tiempo de ocio, de aquella que agita nuestras células grises, las alimenta y las desarrolla para pedir más de aquél saludable ejercicio.

Entre las cosas que prefiere mucha gente está la lectura-diversión, basada en ficciones o relatos que entretienen, y provocan por lo tanto un conocimiento sobre mundos imaginarios. Está también la que busca información, recomendable para los más sistemáticos y eficientistas, que se traduce en estudios de fácil lectura o pequeños tratados sobre temas como marketing, computación, digitalización, economía. Está también la enorme producción existente sobre temas sociales y políticos, que ilustran, ponen problemas en perspectiva y permiten construir juicios sobre la realidad actual. Aquí caben también los innumerables libros y publicaciones de esencia periodística, que tienen el interés de comparar situaciones en el tiempo y en el espacio que representa nuestro mundo. Toda lectura buena, porque cada cual encuentra en este singular mundo de lo escrito, una oportunidad para utilizar constructivamente su tiempo. Quizás no hay cosa más dolorosa que comprobar que nuestros jóvenes leen poco, casi nada; hay un mundo que se están perdiendo, y sobre el cual debieron haber sido educados profunda y constructivamente.

En mi elección personal está la historia. Creo que el relato histórico nacional o de cualquier realidad, nos permite aprender mucho del hombre y de sus circunstancias. "La historia no se repite. Sólo el hombre se repite" -escribió Herodoto-; ello envuelve la gran lección que mirar hacia el pasado es un instrumento vital para mirar hacia el futuro. Por lo demás, puede ser también un escape interesante y constructivo de la agobiante realidad actual. En cualquier caso, las lecturas de verano son un ataque frontal contra el maligno analfabetismo funcional que nos ataca.

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