Sonó la Campana

27 de Febrero de 2002

La próxima semana suena la campana nuevamente para que miles de escolares vuelvan a sus aulas. Todos ellos, refrescados por las vacaciones y con la energía para volver a aprender. Muchos lo harán en sus colegios bien instalados, de alto costo para los padres, con facilidades de todo tipo, con profesores relativamente bien pagados, con profesionales de apoyo, con biblioteca y servicios de conección a la red. Otros, lo harán en colegios pobres, con servicios deteriorados, con profesores poco estimulados y con virtual ausencia de servicios de apoyo. Los unos, vendrán de hogares donde existe estímulo para estudiar, donde hay también servicios de apoyo y personas que pueden también proveerlo en forma efectiva. Los otros irán a hogares hacinados, donde no se valora la educación, donde nadie puede apoyar al niño que aprende y en donde no existe ni siquiera la alimentación adecuada para las necesidades básicas.

Ciertamente, son educaciones distintas aunque el tañir de la campaña sea el mismo, y sus sones llamen al mismo acto ritual. La cuestión es si como sociedad podemos seguir permitiendo que exista esa brecha, o si no debiéramos colaborar todos a superarla para evitar que la desigualdad de hoy sea la de mañana, aunque un tanto aumentada. ¿No deberíamos hacer más para que el niño pobre pueda acceder a una mejor educación? Es cierto, se hace mucho; se han más que doblado los recursos en una década; se ha avanzado en programas de mejoramiento de la calidad, se pretende mejorar la efectividad del profesor, se ha también puesto recursos en servicios de apoyo y se piensa en mejorar la gestión misma de los colegios. Pero, en verdad, no ha sido suficiente, como al menos lo revelan los resultados vistos al final del proceso. A pesar de los esfuerzos y de los sacrificios; a pesar del empeño docente y de las autoridades. ¿No será que debe revisarse el problema más integralmente? ¿No será acaso posible repensar en el actual sistema de gestión de las escuelas y liceos?; ¿No estaremos tomando como dato, aquello que en verdad podemos y debemos modificar?

No es una crítica a la autoridad, sino una reflexión como sociedad lo que debe propiciarse. Una visión más grande, más futurista, más efectivamente solidaria es lo único que permitirá que el tañir de la campana y la llegada del profesor signifique lo mismo en cada rincón de nuestro Chile.

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