Dos Condiciones
12 de Diciembre de 2001
Dos condiciones resultan primordiales para la ocurrencia de la inversión necesaria en el propósito de obtener un crecimiento satisfactorio. Dicha inversión deber ocurrir en aquellos sectores que han de liderar durante un par de décadas el proceso de expansión, que para ser sostenible no puede seguir basándose en sectores intensivos en recursos naturales. El crecimiento sostenido que se precisa debe enfatizar la "segunda etapa exportadora", la cual demanda recursos de inversión en servicios, manufactura liviana e industrias vinculadas al desempeño exportador. Por ello, el reto de la inversión necesaria no es simple, y por ello demanda el fortalecimiento del ahorro interno, mecanismo básico para asegurar estabilidad en los flujos de recursos y en el mantenimiento de un crecimiento que, para llegar a las metas que se han analizado tantas veces, precisa sostenerse por espacio de varias décadas.
Una primera condición es la existencia de estabilidad social y política de largo plazo. La segunda, es la disponibilidad de una fuerza de trabajo suficientemente calificada para el desempeño productivo moderno, sobretodo en el propósito del aprendizaje permanente. Estas condiciones deben ser objeto de crudo análisis en nuestra realidad actual. El desempeño de nuestra educación, en el ámbito de eficiencia y equidad, no colabora en forma decidida a que ambas se cumplan en forma efectiva y satisfactoria. Sabido es, por ejemplo, que nuestros indicadores distributivos son el presagio de serias inestabilidades sociales y políticas y que nuestra educación no está definitivamente ayudando a acercar esa realidad a una situación diferente. También es sabido que nuestra fuerza de trabajo es más de 50% analfabeta funcional, y no parecen existir cambios sustantivos en el rendimiento de la educación que permita presagiar un cambio efectivo. Es decir, el diseño y funcionamiento de nuestra educación -un tema de país que requiere cambios de enorme profundidad y alcance- no está convirtiéndose en la palanca de apoyo para el despegue que necesita consolidar Chile en su ambición de alcanzar el desarrollo. Hay necesidad de debate franco sobre esta materia, en una perspectiva que vaya más allá del usual enfoque cortoplacista al que se acostumbra en nuestra política. La responsabilidad ante el futuro llama a un debate serio y a decisiones urgentes.