"Tú la Llevai"

25 de Abril de 2001

Un antiguo juego de niños -genuinamente sano, aunque a veces un poco violento- nos hace pensar en un símil con la política de nuestros días. "Tú la llevái" decíamos en el "pillarse", como para traspasar a otro la desdicha propia, un sentimiento de envenenamiento, del cual uno se desprendía golpeando en la espalda a otro que pretendía huir del maligno encantamiento. No era un juego de ideas, ni nadie imaginaba cosas o fantaseaba intelectualmente. No era, en esa dimensión, similar al juego de las adivinanzas o del popular "corre el anillo", que permitía al menos traslucir las dores intelectuales del repartidor y de los recipientes- adivinantes. El juego del pillarse era más ruin y directo, casi para quienes no necesitaban mucho rumiar ideas para manifestar su voluntad de empujar a otros.

Tiene el juego mencionado un sabor a la política partidista de hoy. Los temas desarrollados son poco profundos: las listas de nombres de candidatos, la defensa de una persona maltratada, la denuncia de algún escándalo de moda. Es la manifestación del golpe en la espalda a otro: "Tú la llevái..." y sigue el corrillo con otras listas, otras denuncias y otros heroicos actos de defensa. Un pillarse gigantesco, con muchos actores entusiastas, que ahora conforman grupos y acuerdos para no golpearse la espalda entre ellos, sino las de miembros de otros grupos. Una sofisticación del antiguo juego, basado ahora en especies de alianzas. Y también las autoridades se pasan el maligno encantamiento unos a otros.

La gente espera otro juego (¿quizá, un corre el anillo?), pero el simple pillarse ha despertado más entusiasmo entre los jugadores: no preguntemos por qué. Cambiar los jugadores o cambiar el juego, esa es la cuestión. Pero mientras tanto, sigue el pillarse interminable, y el cansancio del público que observa. El orden al que llaman algunos jugadores, más advertidos quizá, no es escuchado suficientemente.

Bien por los niños y su alegría infinita. Quizá somos los aburridos espectadores los que tendremos que cambiarnos a un más entretenido dominó, para así pensar en lo que sucede en el patio de fuera.

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