Mochilas Desencantadas

18 de Abril de 2001

El país ha visto con sorpresa la "pataleta" estudiantil que ha inundado las calles en estos días. Para algunos, quizás sólo la muestra de un problema mal manejado, y la demostración del "caos" y de la permisividad. Más en profundo, se trata de la demostración de las fallas de nuestra educación y de los profundos problemas que porfiadamente no enfrenta nuestra sociedad, y que sienten los jóvenes con creciente sensación de rechazo. Es cierto; hay un problema mal manejado. Nadie puede aceptar como normal lo que ha ocurrido con los pases escolares y la verdadera encogida de hombros con que las autoridades han reaccionado. Aquí era necesario una respuesta clara para evitar lo que ocurrió: un conflicto innecesario y profundamente preocupante. Los jóvenes de hoy sienten un reprimido deseo de justicia, el sentimiento de que algo funciona mal en nuestra sociedad. Por lo mismo, la conducción de un país -en un sentido amplio, más allá del propio Gobierno- debió prever los problemas que se han desatado como una marea indetenible.

Los jóvenes revelan su rechazo al sistema y a la política partidista. Denotan su no credibilidad en la autoridad, su sentimiento de frustración y desencanto con lo que estamos ofreciendo. Y s trata de miles de ellos, que en forma inorgánica y espontánea han decidido darnos un mensaje. ¿Les escucharemos? No es cierto que solucionar el absurdo problema del pase escolar dé lugar hoy en día a una situación fojas cero. Tenemos que ir más allá; probablemente tendremos que conversar mucho más con ellos.

Pero, ¿qué está haciendo entonces nuestra educación? Parece ser que a las fallas ya observadas en tantos tests e indicadores se une ahora una falla más definitiva: no hemos sabido hablar con ellos, no les hemos conversado de la vida ni del futuro, no les hemos ofrecido la idea de un cambio necesario, no le hemos dado esperanzas ni reforzado su natural sentido de justicia y humanismo dado nada o muy poco. Entonces, su desencanto tiene que ver más que con el pase escolar: es la política que practicamos, la educación que les entregamos, el mundo deshumanizado que les estamos construyendo, la ausencia de sueños y de un futuro de paz sostenible.

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