Estimular el Crecimiento

31 de Enero de 2001

Ronda demasiado pesimismo sobre los giros futuros de la economía chilena. No es necesario insistir en este tema de expectativas, que ha sido destacado insistentemente por mucho observadores como uno de los factores cruciales que mantienen reprimido el gasto, particularmente la inversión. Las revisiones a la baja de las proyecciones económicas que se han conocido recientemente por parte de autoridades del sector, no hacen sino confirmar esta circularidad viciosa que tanto nos afecta. No cabe ninguna duda que el desempleo es no sólo un síntoma claro de la situación que describe hoy nuestra economía, sino también un factor que afecta a las expectativas, crea daño social y pronostica la persistencia de los problemas de gasto y crecimiento. Por ello, el ataque a fondo sobre este problema parece cumplir un rol de primera importancia como elemento de estímulo para la recuperación.

Asimismo, se trata de buscar momentos apropiados para las reformas más de fondo que se han planteado para el mercado laboral y los temas tributarios, ya que desafortunadamente en medio de una salida de la crisis, son mensajes perturbadores y perjudiciales.

Las señales que ha venido dando el Gobierno no han logrado todavía volcar el escenario de expectativas, que claramente afecta las posibilidades ciertas de una expansión sostenida. Es por ello que la reducción de la tasa de interés cumple un rol muy fundamental en este panorama. Por un lado, porque efectivamente posibilita el aumento de inversión se precisa para estimular gasto y crecimiento. Por otro, porque se estimulan las expectativas al observarse que la autoridad está apostando decididamente por un despegue fuerte y sólido de la economía. En este sentido, las disminuciones de tasas que debe seguir practicando el Banco Central tienen un fuerte componente de estímulo al crecimiento y se hace complementario con las decisiones y anuncios de la autoridad en torno a poner recursos para paliar el desempleo. Volver a recuperar el potencial de crecimiento requiere reformas de segunda generación. Para restaurar la normalidad económica que la instauración de las mismas requiere es conveniente que se vuelva a un escenario de optimismo y sana expansión.

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