¡Feliz Navidad!

20 de Diciembre de 2000

Con mucha razón se argumenta que la celebración de la llegada del Hijo de Dios se ha transformado, en nuestros días en una gran feria comercial. En todo el mundo ha pasado a ser más importante lo que en su origen fue accesorio: el intercambio de presentes como parte de la alegría por haber sido el mundo distinguido por tan significativo designio. Quizás esto permita destacar lo adecuado de la tradición en aquellos países que separan la actividad de intercambio de presentes ("Reyes") de la Celebración de la Natividad. Pero es curioso que la mezcla sea tan fuerte en Chile, si es que es cierto que somos un país tan profundamente creyente, al punto de aceptar normas de vida civil basadas en la preeminencia de principios religiosos. Lo que sucede, de acuerdo a muchos, es que hemos logrado consolidar tal mezcla de sentimientos que ha llegado a no parecernos contradictoria la observancia religiosa con la exhuberancia materialista y en gran medida diferenciadora. Jesús fue un pobre y hay tantos como El que en nuestros días sufren de falta de oportunidades y de gran discriminación ¿Habrá lugar para algunos de ellos en esta Navidad?

Al menos estas celebraciones deben servirnos para meditar sobre nuestros destinos como Nación. La pobreza, las profundas diferencias y segmentaciones en nuestra sociedad, el debilitamiento de nuestra ética y de los principios morales más básicos, la desunión y el desentendimiento entre connacionales permanecen como amenazas para el futuro de nuestros hijos. No hay posible si no ayudamos todos a saltar las vallas que estos grandes problemas levantan como los nuevos jinetes apocalípticos de nuestros tiempos. Que la Navidad sea una instancia para pensar de verdad en cuánto bien podemos todos hacer si contribuimos a un país mejor, si hacemos de la solidaridad, la tolerancia y el humanismo un norte de la vida individual y colectiva. El sacrificio de Jesús tuvo un significado que puede sin duda leerse claramente en los ojos de cualquier niño pobre que, con angustia y esperanza, sólo nos pide un minuto siquiera para pensar en El, para salir de la esfera puramente material, y para poner el corazón a vibrar también por lo demás. Ojalá esto nos brinde a todos una verdadera Feliz Navidad.

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