¿Conformarnos con Menos?

13 de Diciembre de 2000

Se han sucedido una serie de indicadores sobre la situación de nuestra educación, los cuales levantan legítima preocupación. Esta vez se trata de un test internacional en matemáticas (TIMSS) que demuestra que nuestros niños figuran en los últimos lugares de la muestra de países. Es cierto que no todos los países participaron en este test, y que muchos eligieron esconder la cabeza para no mirar con objetividad su posición respecto del mundo. Chile adhirió al experimento, y sus resultados fueron simplemente pésimos. A los mismos se unen aquellos brindados por el último SIMCE, los cuales el país tuvo oportunidad de juzgar tal y como la encuesta sobre competencias de la fuerza laboral, que mostró la existencia de un 53% de analfabetismo funcional entre los chilenos. ¿No nos enorgullecíamos en el pasado de nuestra educación?; ¿No fue acaso Chile el país del cual emanó una profusa experiencia educacional hacia los otros países latinoamericanos?; ¿No fue acaso la educación chilena de calidad y capaz de promover movilidad social? En medio de muchas justificaciones, parece avanzarse a ciegas y sin resultados visibles; seguimos conformarnos con decir que hemos sido capaces de comparar nuestra evidencia con el resto del mundo. Como si eso no fuera el mínimo indispensable para un país que desea levantar vuelo al desarrollo, atrayendo la inversión que tanto necesitamos para despegar.

No hemos tenido capacidad para examinar nuestra educación con la verdad. La calidad es deficiente, y la equidad que de ella se desprende levanta preguntas inquietantes acerca de lo que ello presagia para el futuro social de Chile. Nadie parece hacerse directamente responsable por lo que observamos, mientras que prevalece un discurso que no nos alerta sobre los problemas, y que nos conforma con la existencia de óptimas reglas de organización y comportamiento, aunque de magros resultados. En la sociedad del conocimiento a la cual nos acercamos vertiginosamente no podemos responder solo con un sistema educacional de amplia cobertura, pero de deficiente calidad. Nuestra inserción en el mundo será siempre la de seguidores, exportadores de recursos naturales y con ventajas en la mano de obra barata. Nada habrá del sueño de una sociedad próspera, con producción basada en tecnología y con una mano de obra de alta calificación. ¿Tenemos simplemente que conformarnos con menos?

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