La Ronda de la Muerte

11 de Octubre de 2000

Triste espectáculo el de Praga visto recientemente, junto a la reunión anual del FMI y el Banco Mundial. La violencia nunca es un método aceptable, y mucho menos cuando se propicia por medio de plataformas difusas, mezcla de muchos problemas y visiones. Peor aún cuando ella es manifestación de un agudo inconformismo, pero no de una propuesta que articule opción respecto de lo que se critica o ataca. En el caso de Praga, como lo fueron un año atrás las escenas que rodearon la cita de Seatle, se trata de grupos organizados internacionalmente, financiados probablemente por grupos de interés y que combinan plataformas desde los temas medioambientales hasta la defensa de grupos específicos, la oposición política a ciertos procesos o el cuestionamiento a la globalización en marcha.

Es cierto que prevalecen problemas fundamentales que han llevado a la profundización de las brechas de ingreso en el mundo, y una innovación tecnológica que hace que el proceso de globalización comercial y financiera sea inevitable. La cuestión de fondo se refiere a las opciones que se pueden presentar para mejorar este estado de cosas; allí hay una labor para los gobiernos y los organismos internacionales, usualmente más delicados a observar con conformismo, y cierto dejo de satisfacción por una tarea cumplida. Pero no se resuelve quebrando vidrios, atacando a personas, buscando que se produzcan heridos y muertos. Esa opción ya fue probada por años, y llevó a guerras, destrucción y muerte, y los países pobres nunca salieron adelante sino merced su propio esfuerzo. Se trata de la necesidad de crear instrumentos alternativos para enfrentar las deficiencias del sistema económico global, que también tiene sus grandes fortalezas que no se pueden desconocer.

En esa discusión los intelectuales deben tener un rol de liderazgo, especialmente en los organismos técnicos internacionales, para buscar no sólo la mayor eficiencia, si no también la mayor equidad posible. No puede añadirse el sufrimiento y la muerte a la insatisfacción que existe con el sistema económico mundial. Nadie puede alegrarse por ello, sino sólo aquellos que siempre ven en la violencia la respuesta propicia para todo.

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