Se Acata, Pero No se Cumple

02 de Agosto de 2000

La discusión sobre la lenta recuperación económica lleva a considerar la serie de defectos nacionales que parecen inducir un inadecuado ambiente para la inversión. Sobre todo para la inversión extranjera, que cuenta con tantos destinos alternativos y que es infortunadamente tan sensible a lo que pueda deteriorar su retorno. Entre tales defectos, se cuenta nuestra superficial y a veces peculiar del respeto por la ley. Por ejemplo, las calles están siempre llenas de vehículos estacionados en lugares prohibidos, los muros rayados en lugares en que se amenaza con severas multas, la basura desplegada por doquier, a pesar de las advertencias que sobreviven en carteles amenazados por el tiempo. En general, parecemos esperar el momento propicio para burlar alguna disposición en cosas pequeñas y diarias y - por qué no- en algunas más significativas. Quizá de allí la alta evasión tributaria, la baja productividad de funcionarios amparados en la inamovilidad, la muchas veces escasa predisposición a cumplir con las normativas laborales y ambientales. Parece predominar la idea de que las leyes se hacen para todos los demás, y que siempre hay situaciones excepcionales que nos permiten excluirnos. No es un buen antecedente para un país que espera crecer en serio y en forma sostenible. Para contravenir los resultados, la autoridad hace esfuerzos no siempre efectivos. Por una parte, "perfeccionando" la legislación y haciendo aún más restrictivas las condiciones impuestas; obedece esto al diagnóstico de que la ley es débil y que se debe hacer aún más punitivo el castigo, y más difícil las cosas para quienes cumplen. Por otra, es creando una serie de nuevas regulaciones, que intentan suplir con medidas aparatosas la existencia de problemas posibles. No hay mejor ejemplo que la reciente norma sobre probidad administrativa que obliga a declarar "intereses" o que fuerza a los funcionarios públicos a usar el kilometraje de las aerolíneas sólo para propósitos del servicio. Esto nada agregará al buen prontuario del país ni a la disminución de la corrupción, pero sí aportará mucho a la burocracia y a un indebido control en materias personales.

Mejor educar a nuestros jóvenes en la obediencia correcta a la ley, y terminar con una costumbre enraizada en la Colonia: con el texto legal en la cabeza diciendo "se acata, pero no se cumple".

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