¿Catástrofe natural?

21 de Junio de 2000

Nadie puede esperar que las cosas estén construidas para resistir adecuadamente una catástrofe. Las obras públicas y privadas tienen ciertos coeficientes de seguridad que deben aplicarse al desarrollo de la obra, y que seguramente consideran la probabilidad de eventos adversos. Es preciso reconocer, a este respecto, que las lluvias experimentadas hace una semana, aunque cuantiosas, no constituyen una catástrofe del punto de vista natural, y es por ello preocupante que exista un virtual colapso de construcciones en distintos puntos de la capital. Naturalmente, mientras mayores los coeficientes de riesgo, así más altos serán también los costos vinculados a la construcción. Esta es una información que no fluye muy abiertamente a quienes adquieren obras privadas o quienes son los receptores de obras públicas. En gran medida, la percepción de "catástrofe" natural que se vive días después, se deriva del efecto que ejercen las lluvias en construcciones que no están, simplemente, preparadas para resistir los embates de un evento que, quizás, se consideró altamente improbable o, posiblemente, se estimó demasiado costoso de prever en forma adecuada.

Como quiera que sea, llama la atención observar el centro de Santiago, el antiguo casco de la ciudad, que soportaba impertérrito la lluvia inclemente, mientras los nuevos barrios más populares hacían agua por todas partes. También llama la atención que obras recientes como el Metro o carreteras concesionadas hubiesen también sufrido percances que les llevaron a la suspensión de los servicios. ¿Fue tan dramático y destructor el temporal? ¿No deberíamos, en realidad, estar siempre preparados para lluvias cuantiosas, aunque no catastróficas, como las de la semana pasada? Es evidente que debemos reflexionar sobre esta materia, ya que los estándares para prever las consecuencias de este tipo de problemas deben ser elevados, y posiblemente los usuarios mejor informados acerca de los costos envueltos. Aumentar la transparencia por medio de más información no es nada que esté de más, especialmente cuando es la propia empresa privada la que resultará acusada ante la evidencia de fenómenos que no deben ser considerados extraños o catastróficos, sino más bien parte de la vida en este planeta.

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