¿Cura milagrosa?

23 de Marzo de 2000

El énfasis que la nueva autoridad está colocando para paliar el problema de la desocupación es necesario e importante. Se había advertido el año recién pasado que los recursos consultados serían insuficientes para atender una situación de desempleo que era más persistente y significativa que lo que asumía. De hecho, los niveles de desempleo son aún preocupantes y requieren una atención preferencial de parte de los gobiernos locales en orden a minimizar sus efectos sociales. También debieran minimizarse los efectos de la desocupación en términos de la destrucción de habilidades, conocimientos y destrezas que este problema acarreara sobre las personas. Para ello debieran fortalecerse los mecanismos de capacitación y reentrenamiento, pasando así a invertirse en la formación de un nuevo potencial de producción. Pero los planes que lleva adelante la autoridad en esta materia no son una cura milagrosa para el desempleo. Se trata de un paliativo para minimizar los graves y negativos efectos sociales que trae la desocupación. Pero el problema se soluciona con crecimiento e inversión, no con subsidios de corte temporal y ni siquiera de índole permanente. En ese sentido, la cura de este problema debe venir por medio de una situación económica más saludable, que debe conseguirse a toda costa. Por ello, es fundamental que el país retome su senda de inversión y crecimiento, y que no la enturbien políticas de corto plazo que pueden resultar en obstáculos al crecimiento. Lo contradictorio es que tal situación requeriría más gasto fiscal, precisamente para paliar los efectos en desocupación de un programa antiinflacionario. Es fundamental une se considere con cuidado esta situación, especialmente a la hora de fijar –en forma esperamos menos unilateral- las metas de inflación. Quizás no esté de moda pensar en que la menor inflación acarreará necesariamente un mayor desempleo abierto. Pero quizás es también la hora de mirar con objetividad la evidencia reciente y de privilegiar aquello que razonablemente preocupa a la gente como problema de primera instancia.

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